Esta mañana, antes de la habitual audiencia general que concede cada miércoles, el Sumo Pontífice recibió en el Aula Pablo VI del Vaticano a siete militantes de fuerzas de izquierda europeas y a ocho católicos, participantes en esa iniciativa, a quienes deseó “sabiduría y valentía en su trabajo por un mundo más justo y pacífico”.
De acuerdo con una nota de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, al dirigirse a los integrantes de esa delegación, el Papa manifestó que “hoy, en un mundo dividido por las guerras y la polarización, corremos el riesgo de perder la capacidad de soñar”.
Les pidió entonces que “no os detengáis, no os rindáis, no dejéis de soñar con un mundo mejor. De hecho, es en la imaginación donde la inteligencia, la intuición, la experiencia y la memoria histórica se encuentran para crear, aventurarse y arriesgarse”.
La iniciativa del Dialop, que integra a intelectuales, académicos, políticos, activistas y estudiantes de varios países europeos, nació en 2014, tras un encuentro entre Francisco y el político griego Alexis Tsipras, entonces presidente de la Coalición de la Izquierda Radical Syriza, quien fue luego primer ministro de su país entre 2015 y 2019.
En ese encuentro inicial participaron Walter Baier, presidente del Partido del Izquierda Europea, y Franz Kronreif, del Movimiento de los Focolares, de la Iglesia Católica, quienes este miércoles también estuvieron presentes en la nueva cita previa a la audiencia papal.
El Obispo de Roma les recomendó asumir tres actitudes, relativas a la valentía de romper moldes, la atención a los débiles y la promoción de la legalidad.
En cuanto a la ruptura de moldes “para abrirse, en el diálogo, a nuevos caminos», apuntó que «en una época marcada en varios niveles por conflictos y divisiones, no perdamos de vista lo que aún se puede hacer para revertir la tendencia” y señaló que “frente a los enfoques rígidos que separan, cultivemos el debate y la escucha con el corazón abierto”.
En cuanto a la atención a los débiles planteó que “una política verdaderamente al servicio del hombre no puede dejarse dictar por los mecanismos financieros y de mercado», y añadió que «la solidaridad, además de virtud moral, es una exigencia de justicia, que exige corregir las distorsiones y depurar las intenciones de los sistemas desiguales”.
Al referirse a la legalidad, enfatizó el Papa que “lo que hemos dicho hasta ahora implica un compromiso de combatir el flagelo de la corrupción, el abuso de poder y la ilegalidad”, pues “sólo a través de la honestidad se pueden establecer relaciones sanas y podemos cooperar con confianza y eficacia en la construcción de un futuro mejor”.
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