Según los reportes, el Pentágono utilizó aviones de combate y misiles crucero Tomahawk para esta ofensiva, que llega tras continuas amenazas de Estados Unidos a los rebeldes por las operaciones las fuerzas navales, misilísticas y aéreas no tripuladas del movimiento Ansar Allah en el mar Rojo.
La decisión se tomó luego de un ataque de los rebeldes con 21 misiles y drones dirigidos a buques de guerra estadounidenses y británicos la noche del martes, lo que provocó ayer la inmediata respuesta de “habrá consecuencias”, del secretario de Estado, Antony Blinken. En esa línea se pronunció el secretario de Defensa británico, Grant Shapps.
La resistencia yemenita ha advertido que intentará impedir que los barcos israelíes o aquellos con destino a sus puertos naveguen en los mares Rojo y Arábigo, hasta el fin de la agresión contra Gaza.
El líder hutí Abdul Malek Al-Houthi afirmó este jueves que cualquier ataque estadounidense contra Yemen “no quedará sin respuesta” y alertó que sería “mucho más” que atacar barcos de Estados Unidos en el mar.
Los menos que necesita el presidente Joe Biden es otro foco de tensión que involucre a Estados Unidos, que ya tiene un papel activo en el respaldo a las guerras de Ucrania y Rusia y la de Israel contra el Movimiento de Resistencia Islámica Hamas en Gaza.
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