Parecería un mensaje proveniente del catastrofismo cinematográfico, pero es la sugerencia de un grupo de científicos, tras comprobar que dichas plantaciones acuáticas pueden ser fuentes resilientes de alimentos en caso de bloquearse la luz del Sol por un gran volcán o una guerra nuclear.
“Invertir en la construcción de granjas de algas marinas podría prevenir la hambruna global en escenarios de reducción abrupta de la luz solar», lo que potencialmente evitaría «un número significativo de muertes por inanición”, señaló el investigador David Denkenberger.
El estudio, publicado en la revista Earth’s Future, avaló que las algas son un producto versátil, capaz de proveer comida y combustible cuando todo lo demás escasee debido a una catástrofe generalizada.
Estos organismos marinos pueden sobrevivir y prosperar en océanos tropicales incluso después de una guerra nuclear en toda regla, señala el informe suscrito por la Alianza para Alimentar a la Tierra en Desastres, la Universidad Estatal de Luisiana en Estados Unidos, el Instituto de Ciencias Marinas de la Universidad de Filipinas y la Universidad de Canterbury en Nueva Zelanda.
De estallar una confrontación nuclear, con el intercambio de miles de ojivas entre las potencias en conflicto, podrían ser expulsadas a la atmósfera alrededor de 150 Teragramos de emisiones de hollín, bloqueando la luz solar durante años, indicaron los académicos.
En ese escenario de destrucción, todavía habría suficiente iluminación solar para que las algas realicen la fotosíntesis y crezcan, incluso con carbono negro en la atmósfera, alegaron.
Con una superficie óptima para la producción y preparación, ejemplificaron, las algas marinas estarían en capacidad para satisfacer el equivalente al 45 por ciento de la demanda mundial de alimentos después de sólo nueve meses de manejo intensificado.
Sin embargo, solo proporcionarían hasta el 15 por ciento de la dieta humana debido a su alto contenido de yodo, sopesa el diagnóstico.
De cualquier manera, “la guerra es siempre y solo una derrota, para todo el mundo. Los únicos que se benefician son los fabricantes y traficantes de armas”, remarcó hoy el papa Francisco, en declaraciones publicadas por el diario La Stampa.
“Se necesita urgentemente un alto el fuego global. No nos damos cuenta, o pretendemos no verlo, que estamos al borde del abismo”, manifestó el Sumo Pontífice.
Según afirmó, nunca dejará de reiterar su llamamiento, “dirigido en particular a quienes tienen responsabilidades políticas”, pues es preciso “detener inmediatamente las bombas y los misiles, poner fin a las actitudes hostiles”.
El riesgo de una catástrofe nuclear “se encuentra ahora en su nivel más alto desde la Guerra Fría” (1945-1991), alertó el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, en agosto de 2023.
El mundo enfrenta actualmente “una nueva carrera armamentista a pesar de las terribles lecciones de 1945”, tras los bombardeos atómicos a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, en Japón, juzgó el dirigente.
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