Según un comunicado del Ministerio de Seguridad Nacional, las investigaciones y videos obtenidos por la guardia costera arrojaron que se tratan de un remolcador y una barcaza, pero todavía siguen tras su pista para determinar quiénes son los dueños y las matrículas.
Los resultados preliminares apuntan a que las naves iban de Panamá a Guyana, pero las autoridades del último país confirmaron que no recibieron a ninguna con dichas características.
Trinidad y Tobago continuará con las pesquisas y trabajará de conjunto con contrapartes regionales para esclarecer por completo el incidente.
Desde el pasado 7 de febrero, la nación antillana activó la alerta naranja y movilizó a sus fuerzas para limpiar con celeridad el petróleo derramado de un barco que naufragó ese mismo día en aguas nacionales.
Dicha medida contempla una veda a la navegación y la pesca, así como una mayor asistencia del Gobierno, pues evaluaciones preliminares apuntan a daños en los arrecifes de la bahía de Rockley.
Igualmente, las autoridades recogieron muestras para confirmar la composición del combustible vertido.
La nave está semisumergida, fue identificada con el nombre de Gulfstream, mide casi 330 pies de largo y no tiene matrícula.
Según se supo, fue usada para transportar madera y arena, perdió algunas de sus partes y no había tripulación alguna cuando se volteó en el mar, exactamente frente al parque industrial de Cove Eco.
La Agencia de Manejo de Emergencias de Trinidad y Tobago reportó ayer un avance en la recolección del petróleo que llegó al litoral de la bahía de Rockley, en Scarborough, gracias al trabajo conjunto de instituciones del Gobierno, voluntarios y organismos internacionales.
El progreso permitió degradar la situación de la categoría tres a la dos en el nivel de contingencia y la idea es concluir en pocos días las operaciones, que continúan día y noche en las áreas afectadas con el uso de equipos pesados, tanto en las orillas como en altamar.
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