De acuerdo con la portavoz de la Cancillería, Mao Ning, convertir las actividades comerciales normales en cuestiones ideológicas y de seguridad «es una pérdida del propio desarrollo a largo plazo y obstaculiza el progreso y la prosperidad del mundo».
La vocera señaló el avance vertiginoso de la industria automotriz nacional, la cual «ha proporcionado productos rentables con alta calidad».
Mao recordó que uno de cada tres automóviles exportados desde esta nación asiática es un vehículo eléctrico, «lo que contribuye significativamente a la transición ecológica y baja en carbono del mundo».
«China cree en la solidaridad, la cooperación y la apertura en lugar de la división, la confrontación y el aislamiento», enfatizó.
La portavoz ratificó la posición de Beijing a favor de una globalización económica más inclusiva y beneficiosa para todos.
China exportó 4,91 millones de automóviles el año pasado (excluyendo los coches de segunda mano), lo que la convirtió en el mayor exportador de carros a nivel mundial por primera vez.
Según la Asociación de Fabricantes de Automóviles de este país, en enero el gigante asiático vendió a otras naciones 443 mil carros, un aumento del 47,4 por ciento interanual.
En medio de este escenario, Estados Unidos considera restringir las importaciones de automóviles inteligentes chinos y componentes relacionados por medios no arancelarios.
Por otro lado, la Unión Europea anunció una investigación antisubvenciones sobre las importaciones de coches eléctricos procedentes de China.
En el gigante asiático el uso de carros eléctricos es priorizado como parte de su programa nacional de transición energética y reducción de emisiones de gases contaminantes, tema pendiente en la segunda economía mundial.
El país tiene 1,64 millones de vehículos de nueva energía en operación comercial y seis mil 257 centros de servicio con instalaciones de carga para estos vehículos.
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