El volumen firmado por el guionista Julian Voloj y el ilustrador Wagner Willian, recrea la controvertida trayectoria del jugador, protagonista de una de las batallas más memorables de esta disciplina cuando derrotó en 1972 al entonces campeón soviético Borís Spasski en el Campeonato del Mundo efectuado en Reikiavik, Islandia.
Conocida como Match del Siglo, la disputa entre ambos exponentes empezó el 31 de agosto y fue aplazada luego de 40 jugadas, para terminar con la rendición, vía telefónica de Spasski, quien rompió su racha de supremacía en el camino hacia el título mundial y dio paso al campeón oficial número 11.
Blanco y negro. Auge y caída de Bobby Fischer, retrata esa pelea icónica, tanto para el jugador como para la historia de Estados Unidos, pues aconteció en medio de la Guerra Fría, mientras el guion retrata pasajes de la trayectoria de Fisher fuera de los certámenes.
En ese sentido, el cómic recrea en sus 170 páginas la infancia y juventud del Gran Maestro, el surgimiento de su interés por el juego ciencia y el momento en que abandonó los estudios a los 16 años, porque los consideraba una pérdida de tiempo.
Igualmente, ilustra su complicada y extravagante personalidad, sus exigencias durante el certamen de 1972, la etapa de gloria y el retroceso en su carrera, marcado por su negativa a defender la corona ante Anatoli Karpov, así como su desaparición de los torneos y de la vida pública con solo 29 años.
Fisher experimentó el rechazo de los seguidores por su antisemitismo, admiración por Hitler, los elogios a los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, entre otras manifestaciones que encendieron las alarmas sobre su estado de salud mental.
Asimismo, el libro evoca la reaparición de Fisher en la revancha contra Spasski en Yugoslavia, lo cual provocó el dictamen internacional de detención por parte de Estados Unidos, porque ignoró el embargo por guerra establecido en ese país.
Como consecuencia de ello, en 2004 fue detenido en el aeropuerto de Tokio, Japón y tras pasar ocho meses en prisión, Islandia le concedió la nacionalidad y residió en ese país sus últimos días (hasta 2008), precisamente en el lugar donde alcanzó el estrellato.
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