Las escenas reiteradas de la lava emitida por el volcán de Cumbre Vieja en La Palma engullendo inmuebles junto con destruir ya más de 860 hectáreas, comienza a plantear la dicotomía entre autoridades y expertos de qué hacer de cara el futuro.
Recuperar el entorno ambiental se antoja ahora una tarea quimérica, que puede tardar milenios. Sin embargo, las cosechas, fundamentalmente de plátano, edificaciones e incluso industrias serían bienvenidas como un hálito de esperanzas.
Transcurrió un mes de erupciones del volcán La Palma, y hoy las predicciones de los expertos españoles son inciertas. La imagen devastadora reciente de una casa de color azul, engullida por llamas de la lava, marca la tónica cotidiana.
Otro de los problemas, pero también retos para los especialistas, es el cambio sustancial que se opera dentro de los ecosistemas de la isla. A corto plazo, con los medios y fondos necesarios, los cultivos son recuperables.
Con el paso demoledor del magma y su voracidad destructiva, igualmente se abre un espacio para la creación de nuevos ecosistemas, lo cual supone un desafío para la comunidad científica.
Otro efecto colateral es la temperatura de las coladas de lava, con picos de hasta mil 150 grados según las mediciones del Instituto Geológico y Minero de España en colaboración con la Unidad Militar de Emergencias.
En general, los analistas recuerdan que en su totalidad las Islas Canarias tienen la base de su formación sobre la base de lo sucedido hace milenios en sus plataformas volcánicas. Ahora, nacerán a todas luces nuevos ecosistemas de matorral costero y bosque termófilo.
Por otro lado, la profesora titular de Geografía Física en la Universidad de La Laguna Carmen Romero, comentó que Canarias vive sobre un volcán, y ha señalado que la evacuación es la única protección ante las coladas.
Subrayó que, en el caso del Cumbre Vieja, está cubriendo mucha superficie, hasta el punto de ser el más dañino en ese aspecto entre las erupciones que se han producido en la isla.
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