En este octubre el programa organizativo cobró mayor dinamismo gracias al comienzo de muchas clasificatorias que involucran a atletas nacionales y extranjeros, pero también por las pruebas generales al funcionamiento de cada sede y servicio concebido para el certamen.
La urbe recibió la llama y ahora la exhibe en la torre del estadio Nido de Pájaro, junto a un despliegue de imágenes que narran la historia de esta parte de las Olimpiadas y Paralimpiadas, dedicada a los deportes de hielo y nieve.
Según lo anunciado, el fuego tendrá una travesía virtual y viajará por todo el país antes de recorrer áreas emblemáticas de las sedes Beijing, Yanqing y Zhangjiakou, del 2 al 4 de febrero próximo en manos de mil 200 personas.
China también reveló los uniformes de los trabajadores y las medallas de la lid, con un diseño inspirado en la pieza de jade llamada «Bi» que consiste en un doble disco de ese material con un agujero circular en el centro.
Igualmente dio a conocer la segunda versión de la estrategia epidemiológica, la cual contempla medidas como la descalificación, expulsión de competencias y sanciones más severas para los atletas que incumplan con el reglamento dentro de la burbuja olímpica.
Beijing-2022 por estos días tiene más presencia en la prensa china, mientras en la sociedad se percibe mediante una mayor promoción de los deportes invernales entre individuos de todas las edades y en lo económico se traduce en los preparativos de las empresas implicadas en el desarrollo de los juegos.
Esta semana el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, volvió a ratificar su valoración satisfactoria sobre la organización del evento, el entrenamiento y el vínculo con estilos de vida más saludables en la población.
El certamen genera expectativas bien altas, está a menos de 100 días y –bajo el lema «Together for a Shared Future» (Juntos por un futuro compartido)- China mostrará lo que prometió será el mejor espectáculo sobre hielo y nieve celebrado jamás, con más deportes y atletas mejor preparados.
Pero potencias como Estados Unidos y Canadá promueven un boicot internacional contra los juegos, bajo el argumento de que el gigante asiático cometió un supuesto genocidio y estableció campos de reeducación en la región autónoma uigur de Xinjiang, con fuerte presencia de musulmanes.
China negó en reiteradas ocasiones esas acusaciones y auguró el fracaso de una campaña dirigida a politizar las competencias.
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