Según un análisis publicado en el diario Barbados Today, desde el océano Pacífico hasta el área caribeña las pequeñas naciones, ya muy vulnerables, sufren el azote de huracanes y el aumento del nivel del mar, sus costas se retiran y la salinización arruina las tierras agrícolas comprometiendo las fuentes vitales de agua dulce.
También aldeas y comunidades enteras se deben trasladar físicamente a terrenos más altos, y para países como Antigua y Barbuda existe la posibilidad muy real de que, debido a estos efectos, desaparezcan de forma física dentro de unas pocas décadas, alertó la fuente.
Conforme publicó la directora general de la Commonwealth Foundation en el diario barbadense, Anne T. Gallagher, este no es el único camino al desastre pues debido a que estas naciones carecen de capacidad para absorber grandes impactos, un solo evento climático severo podría acabar con sus medios de vida y diezmar su economía.
Algunos países tienen mucha más responsabilidad que otros por dañar el clima, enfatizó la experta, y algunos continúan enriqueciéndose con el pleno conocimiento de que están causando un daño real y duradero, sentenció.
Gallagher mencionó que en el primer día de la reciente cumbre climática COP26, con sede en Glasgow, Escocia, Antigua y Barbuda dio un paso modesto, pero importante hacia la justicia climática.
El primer ministro, Gaston Browne, anunció allí el establecimiento de una Comisión de Pequeños Estados Insulares sobre Cambio Climático y Derecho Internacional.
La experta consideró en su análisis que este es un acontecimiento trascendental pues hasta ahora el derecho internacional no se ha utilizado de manera coherente o eficaz para hacer que los países rindan cuentas por el daño infligido a otros a través de prácticas que contribuyen al calentamiento global.
mgt/dla