El analista y catedrático universitario aseguró en un artículo que este lunes era «como el nuevo Día D para intentar provocar un estallido social en la isla, que derive en el derrocamiento del Gobierno constitucional y legítimo de Miguel Díaz-Canel, la destrucción de la Revolución socialista cubana y la restauración de un capitalismo neocolonial mafioso en clave neoliberal».
La fecha elegida coincide con el reinicio del ciclo escolar en la isla tras el control de la pandemia de la Covid-19 y la apertura en una escala masiva de los vuelos internacionales que, vía la industria turística, permitirán reactivar la economía cubana, explicó.
Luego de un criminal bloqueo económico, comercial y financiero decasi 60 años y de la aplicación de las 243 nuevas sanciones impuestas por su antecesor, el Gobierno de Joe Biden cree que es momento de que fructifique la política de cambio de régimen en la isla, eufemismo encubridor de una intervención directa, denunció Fazio.
El catedrático citó al respecto al canciller cubano, Bruno Rodríguez, quien denunció ante el cuerpo diplomático el golpe blando con el fin de favorecer objetivos de dominación y hegemonía de Washington el cual intenta presentar a Cuba como un Estado fallido.
Pero para ello, advirtió Fazio, antes necesita crear un clima de desestabilización, caos y violencia.
Con tal fin, valiéndose de agentes internos reclutados, entrenados, financiados, organizados, apoyados logísticamente e incluso a veces transportados en vehículos diplomáticos de la embajada de Estados Unidos en La Habana, convocó a una marcha “pacífica”, según el guion de los llamados golpes blandos o revoluciones de colores.
Recordó el intelectual que las revoluciones de colores en Serbia, Ucrania y Georgia introdujeron las nuevas tácticas utilizadas por la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos, la Fundación Nacional para la Democracia, los institutos Republicano Internacional, Demócrata Nacional y para una Sociedad Abierta, de George Soros, además de la Freedom House, entre otras organizaciones.
Fue el método para penetrar, infiltrar y generar subversión en la sociedad civil, a través de un movimiento de oposición capaz de desestabilizar o derrocar a un gobierno considerado enemigo, señaló.
El golpe blando, explicó, se basa en la guerra no convencional (o irregular) y se ejecuta de manera clandestina a partir de tácticas indirectas y asimétricas que buscan debilitar y destruir el poder, la influencia y la voluntad del adversario, con eje en actividades de inteligencia, reconocimiento, espionaje y operaciones sicológicas.
Utilizan fuerzas especiales encubiertas, contratistas privados, mercenarios y agentes internos, que calificarían como agentes extranjeros, según las leyes de Estados Unidos, y cuya misión es subvertir y violar las regulaciones diplomáticas del país objetivo.
Como dijo el canciller Rodríguez, no hay acciones autóctonas de desestabilización en Cuba, sino individuos reclutados por la CIA y el Pentágono y financiados por las agencias de Washington, que actúan como operadores o agentes extranjeros que alientan en sectores de la población violencia de vandalismo para alterar la paz interna y generar represión.
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