Aunque existen otros apremios en el Capitolio como la solución al techo de la deuda nacional, en principio ni Biden ni los líderes del hemiciclo tienen garantizados los 50 votos afirmativos para aprobar la iniciativa o incluso comenzar el debate, un primer paso para llevar la propuesta al pleno de la Cámara Alta.
El senador Joe Manchin (demócrata de Virginia Occidental), un voto moderado clave, se negó a decir si votaría para iniciar la discusión y eludió comprometerse con el calendario de fin de año impulsado por el liderazgo del partido azul en ese órgano.
Lo que tenemos que hacer es mirar realmente el proyecto de ley, lo que vino de la Cámara de Representantes, comentó Manchin cuando se le preguntó acerca de la eventual arrancada de los debates, reseñaron medios locales.
Tanto él como la senadora Kyrsten Sinema (D-Arizona) fueron las principales piedras en el camino del proyecto de ley, avalado en la Cámara Baja después de agotadoras negociaciones que sacaron a flote las divisiones internas dentro del oficialismo.
Sinema tampoco expresó aún su parecer sobre si apoya o no el plan de gastos, uno de los empeños más importantes de la agenda doméstica de Biden.
Otros demócratas, como el senador Jon Tester (Montana), comentaron que todavía no analizaron el proyecto reducido de 3,5 a 1,75 billones de dólares.
Sin embargo, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, puntualizó que altos funcionarios de la administración Biden estuvieron en «estrecho contacto» con los demócratas del Senado, incluyendo reuniones con la Comisión de Presupuesto y con personal del líder de la mayoría, Charles Schumer (D-Nueva York).
«Estamos avanzando a toda velocidad para conseguirlo, y esperamos que se tomen medidas al respecto en las próximas semanas. Seguiremos presionando para conseguirlo», acotó.
Los demócratas están utilizando la reconciliación, un proceso presupuestario que les permite evitar el filibusterismo (obstruccionismo parlamentario) del Partido Republicano, pero necesitan la unidad total en sus filas.
En este caso será imprescindible la vicepresidenta Kamala Harris para romper el empate y arrancar con el debate sobre el proyecto de ley de gastos y, finalmente, aprobarlo.
Después de meses estancada y modificada a raíz de las múltiples negociaciones antes de la votación en la Cámara de Representantes, la propuesta legislativa ahora tendrá que vérselas con otros posibles cambios significativos en el Senado debido a la cuerda floja por la cual, lamentablemente, transita.
De momento, el paquete reajustado mantiene una inversión de 550 mil millones de dólares para proyectos medioambientales y una de las ideas consiste en la creación de energías renovables.
Un tema que sigue en el plan es la educación gratuita para niños de entre tres y cuatro años y para ello la Casa Blanca pretende destinar 400 mil millones de dólares.
Respecto a la salud, Biden decidió continuar con programas de atención médica ampliados, como un beneficio de prótesis auditivas para personas pertenecientes a Medicare.
Sin embargo, hay pérdidas notables por las cuales el mandatario recibió críticas de los más progresistas del Partido Demócrata, una de las más importantes es la licencia pagada por maternidad.
De igual modo la educación preuniversitaria resultó afectada, porque el proyecto original preveía un programa gratuito para ese nivel de enseñanza; además, quedó fuera el esfuerzo por reducir los precios de los medicamentos recetados y un posible programa de regularización para los inmigrantes.
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