Con aplausos extendidos y fuertes acogió el público la puesta en pantalla en el capitalino cine Yara de la coproducción entre Chile, Argentina y México, que recrea su argumento durante la turbulencia política de la dictadura de Augusto Pinochet en el Chile de 1980.
La ficción de Sepúlveda se centra en la vida de un viejo travesti involucrado en una arriesgada operación clandestina tras enamorarse de un guerrillero desconocido, quien le pide ocultar en su casa secretos de la resistencia.
En este drama, basado en la novela de Pedro Lemebel publicada 20 años antes, se teje un entramado de conflictos por momentos melancólicos y risibles que recrean este enamoramiento en medio de la violencia de los carabineros chilenos sobre los manifestantes.
Protagonizada por Alfredo Castro, Leonardo Ortizgris y Julieta Zylberberg, la película deviene relato de un contexto social «controvertido y doloroso» que se aproxima al amor idílico y homosexual mediante una épica de romance y clandestinidad.
Los especialistas destacan la destreza del director al entremezclar la lucha política con la perspectiva sexual y alaban la interpretación de Castro «por su personaje tan pintoresco y extravagante que no deja a nadie indiferente».
En el largometraje se refleja la manifestación de un travestismo oculto, que no alcanza los privilegios del sistema político vigente, pero tampoco resulta prioridad en los planes de quienes emprenden la revolución del cambio en esa época.
Algunos distinguen en la obra influencias del cine hecho por el realizador español Pedro Almodóvar y el alemán Rainer Werner Fassbinder para hilvanar una trama que «escapa a la cursilería kitsch, pero donde la canción romántica no está ausente».
Precisamente, la selección musical es otro de los encantos de la cinta pues arrebata sentimientos y nostalgia, acudiendo a temas antológicos, rancheras y flamencos que forman parte del acervo cultural de Chile y son gran reconocimiento en países de habla hispana.
Entre las canciones que conforman la banda sonora figuran dos versiones de Tengo miedo torero: una interpretada por la española Lola Flores y otra por Eva Ayllón y Diego El Cigala; además de Si no hablamos, de Pedro Aznar y Manuel García;
La llorona, de Chavela Vargas; Échame a mi la culpa, de Amalia Mendoza e Invítame a Pecar, de Paquita la del Barrio.
Antes de su llegada a Cuba, el largometraje ganó el León Queer en el Festival de Cine de Venecia (Italia), los Premios Mezcal y Maguey en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (México), eventos donde Alfredo Castro dominó los apartados de Mejor Actor.
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