La formación salvadoreña de izquierda valoró en redes sociales el legado del párroco, emboscado y asesinado por la extinta Guardia Nacional el 12 de marzo de 1977, cuando iba a una misa en el poblado de El Paisnal.
Junto a Grande murieron sus colaboradores Manuel Solórzano, de 72 años de edad, y Nelson Rutilio Lemus, de apenas 16 años, en crimen que sigue impune.
‘Rutilio y sus dos compañeros brillan hoy, los asesinos son ya escoria de tiempos pasados’, afirmó el padre José María Tojeira, exrector de la Universidad Centroamericana y director de su Instituto de Derechos Humanos.
El martirio de Grande radicalizó al entonces arzobispo Oscar Arnulfo Romero, su amigo y confesor, quien también sería ultimado tres años después, y canonizado por la Iglesia Católica en octubre de 2018.
El papa Francisco, quien guarda en su recámara en el Vaticano apuntes de una catequesis de Grande, afirmó que el jesuíta fue ‘un profeta de testimonio’ que cambió defintivamente al ya venerado como San Romero de América.
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