Con vientos sostenidos de 185 kilómetros por hora, ráfagas de hasta 230 y una extensa área de fuertes lluvias, el huracán está considerado el más fuerte que azotará el país este año.
Las turísticas Islas Siargao fueron las primeras donde se hicieron sentir sus efectos, y aunque hasta el momento no hay reportes de muertes, las pérdidas materiales probablemente debido a las inundaciones.
Televisoras locales mostraron a fuerzas del ejército y navales enfrascados en rescatar a cientos de personas que quedaron aisladas por la avenida de las aguas.
La escena pudiera repetirse a lo largo del rosario de islas bajo su probable trayectoria, que toman aprestos como la suspensión de los viajes por mar y de los vuelos en algunos aeropuertos.
Imágenes de la TV y las redes también mostraron imágenes de los lugares adonde fueron llevados los evacuados, en su mayoría escuelas, complejos deportivos, gimnasios y edificios públicos.
La concentración de personas en espacios sin las condiciones de aislamiento aconsejadas frente a la Covid-19 hace temer que los contagios aumenten, máxime porque la ya muy transmisible variante Ómicron llegó al archipiélago.
Después de Indonesia, este es el país del sudeste asiático más golpeado por la enfermedad con más de dos millones 800 mil casos y de 50 mil muertes. En las zonas amenazadas por Rai la campaña de vacunación entró en un compás de espera.
Filipinas sufre cada año los embates de unas 20 tormentas y huracanes. El más devastador fue el tifón Haiyan, que en 2013 mató a más de siete mil 300 personas.
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