De acuerdo con un reporte oficial, varias provincias fueron declaradas zonas de desastre y las más golpeadas fueron las de Visayas Central y Caraga, con 129 y 41 fallecidos, respectivamente.
Aunque todavía no fueron determinadas con exactitud las pérdidas económicas, un cálculo preliminar las sitúa en varios cientos de millones de dólares.
Imágenes de las televisoras locales muestras vastas áreas inundadas por las aguas, casas desmanteladas o sin techos e instalaciones públicas y sociales destruidas, sobre todo en las zonas costeras.
Con vientos de hasta 240 kilómetros por hora, Rai fue catalogado como un supertifón –equivalente a un Categoría 5 en el mundo occidental- y clasificó como el más fuerte que castiga a Filipinas este año.
El huracán azotó el archipiélago de jueves a sábado, cuando salió al mar de China Meridional y tomó rumbo a la región central de Vietnam, donde, aunque aún no ha llegado, ya se cobró al menos una vida, la de un pescador cuya embarcación zozobró.
Filipinas sufre cada año los embates de unas 20 tormentas y tifones. El más devastador fue el Haiyan, que en 2013 mató a unas siete mil 300 personas.
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