En el caso de los centros de trabajo, la costumbre hasta el inicio de la pandemia en 2020 era quemar uno de esos personajes el último día laboral para desaparecer todo lo malo ocurrido durante los últimos 12 meses y abrirse a los anhelos y esperanzas del nuevo año.
Mientras, en el seno familiar se hacía un ritual similar con todos los presentes alrededor del monigote, que puede semejarse a alguna figura política o personalidad popular.
Para este año, las ventas fueron más discretas, algo de lo cual se quejan los emprendedores que pasan meses acumulando la materia prima para ello.
A mediados de diciembre, el Comité de Operaciones de Emergencia incluyó en el protocolo para prevenir la Covid-19 la prohibición de quema de monigotes en espacios públicos y en grupos que impliquen aglomeraciones.
Sin embargo, flexibilizó la medida y permitió la tradición en espacios con pocas personas, quienes deberán mantener el uso de mascarillas y la distancia física recomendada.
En el caso de Guayaquil, la alcaldía del Puerto Principal indicó que no sancionará a quienes opten por mantener esa costumbre ecuatoriana.
Los años viejos son elaborados con papel, ropa usada y llevan una careta como decoración.
Según estudiosos, es una manera de cerrar ciclos, que además constituye momento para unir a familiares, amigos y colegas de trabajo.
En esta ocasión los que más abundan son los que representan a expresidentes de la República y al actual mandatario, Guillermo Lasso, así como muñecos alusivos al coronavirus SARS-CoV-2, personajes de películas y dibujos animados.
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