«Vine de oscura patria y claro dueño // sin saberlo o, sabiendo vagamente, // sin escoger ni valle ni faena // y vine ciega y ciega voy y vengo», compartió la institución cultural Casa de las Américas en la red social Twitter.
El Instituto Cubano del Libro también rememoró el legado de una de las poetas más importantes del siglo XX, “maestra rural, educadora y ganadora del galardón más importante de la literatura universal.
Por su parte, el Consejo Nacional de Artes Escénicas compartió cuatro de sus cuadernos: Desolación (1922), Ternura (1924), Tala (1938) y Lagar (1954), los cuales le valieron los más grandes reconocimientos literarios e internacionales.
Catalogada por muchos como una progresista por la fuerza de sus letras, Mistral desafío los preceptos de una época convulsa y fue parte de un movimiento de opinión pública en el continente que derivó en la entrega de su galardón por parte de la Academia Sueca.
Al decir de los analistas, en sus poemas habita “la misión de sensibilizar y formar esos valores de compromiso social mediante mensajes espirituales positivos para lograr mejores seres humanos”.
Desde sus primeras obras Gabriela seduce “con imaginación y capacidad para el disfrute estético, que constituyó un don impuesto como deber, lo mismo como maestra rural que como fundadora de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura”.
La escritora sobresalió por su labor política como cónsul en varias ciudades de Europa y América, recorrió el mundo con su poesía y fue mentora, incluso, de otros brillantes como Octavio Paz y Pablo Neruda.
Nombrada poeta de la maternidad y de su tierra chilena y latinoamericana, su imaginario se extendió entre los pueblos de América del Sur como una leyenda y modelo feminista de una primera generación poética aún latente.
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