Por un lado, economistas y analistas neoliberales piden que se nombre ministros a elementos de la misma línea, con la promesa de dar estabilidad a Castillo, zarandeado por la mayoría de la prensa, que lo asedia con acusaciones de corrupción. La campaña promueve nombres que rinden culto al mercado y descalifica a otros con mejor imagen, como el titular de Economía, Pedro Francke, quien, sin decisiones rupturistas, es considerado eficiente por amplios sectores.
En la misma dirección, figuras empresariales lanzan epítetos contra el mandatario -quien anunció cambios de ministros tras fracasar un intento derechista de destituirlo- y le exigen que se desligue de las fuerzas de izquierda que lo apoyaron en el camino a su elección.
En ese contexto, largas reuniones del jefe de Estado con el secretario general del partido gobernante Perú Libre, Vladimir Cerrón, y legisladores de la agrupación, motivaron el ulular de las alarmas en el lado derecho del espectro político.
Desde el sector progresista, en medio de contradicciones, se oyeron llamados a mantener la unidad que hizo posible la victoria electoral de Castillo, y no solo para defender de un golpe “blando” al primer mandatario elegido bajo banderas de izquierda, sino también para llevar adelante las transformaciones y avanzar a la igualdad y la justicia que invoca con frecuencia el presidente.
Alguien dijo que en matemáticas y en política no hay casualidades, lo que viene al caso con la visita, en medio de la compleja situación, del presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Mauricio Claver-Caroni, extremista de derecha ligado al exgobernante estadounidense Donald Trump (2017-2021).
El personaje se reunió con el jefe de Estado, el canciller, Óscar Maúrtua, y el ministro de Economía y Finanzas, tras lo cual cubrió de elogios a la economía peruana y sugirió “una política económica responsable”, concepto usado por la derecha y los empresarios para impedir los cambios prometidos por Castillo.
(Tomado de Orbe)