Si me vieran mi mamá y mi papá estarían orgullosos porque ellos amaban a Cuba, a la Revolución, a Fidel y al Che, prosiguió el músico emocionado sobre la tarima de la Sala Avellaneda que le acogió en compañía de su renovada formación La Colonia.
Horas antes Malosetti confesó a la prensa la ilusión de estar en la nación caribeña por primera vez y el reto que enfrentaba al pisar nuevos escenarios y ofrecer conciertos en una tierra «de músicos, con un oído agudo para decodificar bien la música».
Es un doble desafío, pero significa un honor y orgullo enorme, sentenció entonces y se refirió al placer que sintió tras escuchar y disfrutar durante la jornada previa orquestas como La Aragón, Síntesis y otras legendarias agrupaciones cubanas.
El multipremiado intérprete regaló al público una decena de temas que se movieron con versatilidad sobre la base de melodías afroamericanas; unas veces con la fuerza del rock y otras con el alma del soul, el funk y el blues para dejar a todos encantados.
El trío de batería, guitarra y teclado conformado por Tomy Luján, Sebastián Lansko y Julián Gancberg, respectivamente, secundaron al también académico en la aventura musical de ensueño que permitió estrenar en la isla algunos temas de su nuevo álbum Malosetti & La Colonia, editado en 2020.
Para la ejecución de una de las canciones del disco, «Cleani», se unió al espectáculo Rodrigo Sosa, otro virtuoso de la nación argentina que bien ha sabido defender con la quena sonoridades de la música cubana y el jazz.
Ahora me acompañará un nuevo gran amigo, ¿puede acaso uno nombrar a un recién conocido como un gran amigo?, dijo entre risas Malosetti para anunciar la que, según confirmó, sería la primera de las travesuras musicales junto al intérprete del instrumento ancestral andino.
La presentación no defraudó como era de esperar a quienes se encontraban cara a cara con uno de los más aclamados bajistas de su país natal, conocido por su prestigio como hijo del guitarrista de jazz Walter Malosetti y miembro estable de la banda de Luis Alberto Spinetta durante ocho años.
Sobre este fallecido cantante, guitarrista y poeta, bautizado ícono en América Latina por su brillante obra musical, Malosetti confesó a los medios cubanos sentirlo siempre en presente y lo catalogó como «un compositor fuera de serie, con una lírica fantástica que trasciende la barrera de los estilos»
A su obra acudió en la presentación, donde también hizo gala de su talento vocal cuando interpretó la pieza «Lascia ch’io pianga», un clásico compuesto por el alemán Georg Friedrich Händel para ser cantada por una voz solista sin coro y que, esta vez llegó versionada con bajo.
El autor de 11 fonogramas y ganador de varios Premios Gardel no cesó en agradecer a todos los que estuvieron implicados en la materialización de este sueño y, antes de partir, avizoró la llegada de otra descarga de buena música; en tanto se despidió por todo lo alto con el séptimo tema de su nueva placa: KDS.
Lo que viene después es tremendo, «agárrense fuerte porque van a salir volando. Podría decir «YES», pero voy a decir «ÑO» que me gusta más», concluyó Malosetti, aludiendo a una frase propia del lenguaje en Cuba que probablemente no tenga semejante en español.
Alain Pérez y el anhelado reencuentro
La segunda parte de la agenda jazzística reservó un capítulo musical con Alain Pérez y su Orquesta, un anhelado reencuentro, al decir del multi-instrumentista cubano, que fue recíproco para el público por el eufórico recibimiento.
El grupo apenas sonó los primeros acordes y el bullicio estremeció el teatro. La algarabía alcanzó el clímax cuando Pérez, vestido de traje blanco y sombrero rojo, gritó las buenas noches a La Habana, reunida allí en una sala que se hizo pequeña ante semejante alboroto.
ADN, Pa eso estamos, Shorcito y otros tantos estribillos pegadizos sonaron en la voz del experimentado cantante, quien además versionó otros clásicos del repertorio sonoro cubano y Latinoamericano con su particular estilo de ejecutar la música popular bailable.
Malosetti estaba en lo cierto cuando anticipó una descarga de pura adrenalina, tras el arribo del percusionista, pianista, productor, arreglista y devenido un showman por su performance en la escena y su carisma para conectar con los espectadores.
El otrora integrante de Irakere desató un «alboroto» musical que transitó de la rumba al son, pasó por la salsa y el bolero, tocó por momentos el jazz, la timba y la guaracha con puro sabor caribeño y una riqueza mayúscula de géneros, estilos, aires y ambientes.
Nadie o muy pocos, para no pecar de absolutistas, quedó quieto en su butaca. Te extrañamos, Te amamos, se escuchó en más de una ocasión entre una multitud que bailó, cantó y gozó en grande, luego de tantos meses de aislamiento social a causa de la pandemia de la Covid-19.
Salud para todas las familias y que podamos seguir disfrutando de este tipo de encuentros, los llevo en el corazón, exclamó Pérez a los asistentes que, a su salida de la tarima, exigían a vítores otra canción, reacios a ver el final del anhelado reencuentro.
Así cerró otra de las provechosas jornadas del 37 Festival Internacional Jazz Plaza, esperada fiesta en Cuba para la confluencia de tradición y modernidad, liberación e innovación artística, improvisación e integración de estilos que une los más diversos cantos y sonidos del mundo.
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