Esa área está bajo estricta vigilancia pero la prensa tuvo acceso a las obras en esta jornada.
El muro será de metal, tendrá una altura de 5,5 metros y se extenderá por más de 180 kilómetros a lo largo de la frontera terrestre con Belarús.
Con un costo cercano a los 394 millones de dólares la estructura quedará terminada en junio pero los opositores a su edificación afirman que no detendrá a los migrantes y, en cambio, causará daños en uno de los últimos entornos vírgenes de Europa, el bosque de Bialowieza.
Miles de irregulares permanecen varados en la zona limítrofe, bajo condiciones climáticas muy adversas, en espera de acceder a la UE, mientras el mecanismo regional y otras organizaciones internacionales responsabilizan al gobierno de Minsk.
Tales hechos centran la atención informativa en Europa y constituyen una crisis migratoria heredada de 2020 y que amenaza la estabilidad regional, según autoridades de las partes en conflicto.
Ante esa situación el presidente de Belarús, Alexandr Lukashenko, pidió a su Cancillería advertir sobre su respuesta a las sanciones adicionales desde la UE las que calificó de “inaceptables” al ratificar que su país no tiene «ni dinero ni fuerza» para detener el éxodo.
El mandatario estimó además que Varsovia busca pretextos para emplazar a sus efectivos más cerca de las zonas limítrofes y ratificó que “responderá con dureza”, ante lo que consideró como un provocación desde la OTAN, según reportó en su momento la agencia de noticias Sputnik.
Más de 30 mil las personas intentaron cruzar desde Belarús hacia Polonia en 2020, lo cual llevó a las autoridades de Varsovia a declarar el estado de emergencia, intensificar su presencia militar en la zona limítrofe y recuperar el apoyo desde Bruselas.
El mecanismo regional le tendió la mano a esta nación en detrimento de los indocumentados, víctimas una vez más de la despreocupación y la inacción de los gobiernos comunitarios.
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