El proyecto, visible en las columnas de un puente de Bogotá, muestra casi medio centenar de retratos en tributo a los defensores de causas, considerados por ellos como justas, y transmite solidaridad, reconocimiento y esperanza a esas batallas cotidianas por justicia y verdad.
Artistas de la Fundación Tripido, impulsora de esta iniciativa y del graffiti como vehículo de lucha por los derechos humanos, reconocieron que todas las vidas son importantes y precisan de protección, en igual medida, policías, militares, exguerrilleros o civiles.
Dentro de los retratos está el de Marino López Mena, campesino de la región del Chocó, asesinado en 1997 por los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia, y durante una operación causante de más de 3 500 desplazados de esas comunidades afrodescendientes e indígenas.
El museo revela también la historia de otros afrocolombianos como Carlota Salina, ultimada en el norte del país en 2020 y cuya muerte forma parte de los más de 800 asesinatos de líderes sociales desde la firma de los Acuerdos de Paz en 2016.
Desde el puente sobre la avenida Boyacá, el tributo póstumo comprende a víctimas recientes como los protagonistas de las decenas de manifestaciones contra la violencia policial, acontecidas en septiembre último.
Con la cooperación de la Alta Consejería para los Derechos de las Víctimas, la Paz y la Reconciliación, el proyecto reunirá a otros caídos como consecuencia del conflicto armado en diversos puentes de la capital colombiana.
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