El presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, entregó el emblema al alcalde de Milán, Giuseppe Sala.
Esa ciudad italiana junto a Cortina d’Ampezzo son las plazas que acogerán el evento en cuatro años, exactamente entre el 6 y el 22 de febrero de 2026.
Posteriormente, el país europeo presentó un espectáculo en calidad de próxima sede, mostró su riqueza histórica, las bondades naturales y los adelantos tecnológicos que pondrá en función de desarrollar con éxito la cita deportiva.
Los protagonistas del show fueron dos bailarines, que mientras danzaban dejaron bajo sus pies descalzos los pictogramas y emblemas de las olimpiadas.
Como colofón, se proyectaron mensajes grabados de ciudadanos italianos de distintas edades y profesiones, dando la bienvenida al evento global.
En su discurso final, Bach agradeció a China por la organización, preparación y celebración segura de Beijing 2022, abogó por la distribución equitativa de las vacunas contra la Covid-19 y por la unidad entre todos los miembros de la comunidad internacional.
De forma general, los Juegos Invernales se despidieron en medio de un despliegue de luces y colores fusionados con alta tecnología en una gala de más de hora y media.
Esta edición acogió a más de dos mil 900 atletas de 91 delegaciones, se desarrolló dentro de un formato burbuja debido a la pandemia de Covid-19 y también trascenderá por su énfasis en la sostenibilidad y la protección del medioambiente.
Ello implicó la reutilización y reconversión de seis instalaciones levantadas 14 años atrás, innovaciones científicas y tecnológicas de bajo consumo de carbono, protección de los ecosistemas locales, reforestación y creación de beneficios a largo plazo para las comunidades y economías locales.
Por primera vez en un certamen olímpico todas las sedes y el transporte funcionaron con energía renovable y los sistemas de refrigeración natural con CO2 se utilizaron en cuatro pistas de hielo.
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