En conferencia impartida a dirigentes de la Central Nacional de Trabajadores de Panamá (CNTP) y líderes de organizaciones y de partidos políticos, el catedrático precisó que es la primera vez desde 1945 que dos Estados entran en una guerra que incluye a un miembro del Consejo de Seguridad de ONU y potencia nuclear como Rusia.
Los más recientes acontecimientos, dijo, nos obligan a reflexionar sobre el mundo al que entramos, la nueva era de la geopolítica, “no se trata de un incidente ni de un evento menor, cuyas consecuencias ya palpables en las economías, aún están por verse”, agregó.
Ramonet comentó que en medio de noticias controversiales vale la pena detenerse en los argumentos esbozados por el presidente ruso, Vladimir Putin, y que Occidente silencia, sin otorgarle la importancia que merece.
Rusia es una potencia nuclear y según ha anunciado el propio gobernante, recordó, cuenta con ventajas tecnológicas momentáneas en el armamento, en alusión a los llamados misiles hipersónicos, al tiempo que advertía que ningún otro adversario se interpusiera o lanzara ataque porque sería derrotado de inmediato, en clara alusión a tropas estadounidenses y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Las advertencias de Moscú sobre estos asuntos, agregó, han sido constantes y sobre todo la decisión soberana de defender sus fronteras, incluso desde 2013 con mayor énfasis tras el golpe de Estado en Ucrania de la llamada Revolución de la Plaza Maidán y la instalación en el poder de Petro Poroshenko (2014-2019) un oligarca neoliberal y antiruso que respaldó la adhesión de la exrepública soviética a la OTAN.
Tras el fin de la Guerra Fría, explicó Ramonet, y la desaparición del Tratado de Varsovia como agrupación para la defensa de los países exsocialistas, la OTAN nunca se desmembró, sin que hoy sepamos las causas.
Por el contrario, dijo, extendió su presencia y armamento de todo tipo incluido el nuclear en naciones cercanas a Rusia y otras del viejo continente como Eslovaquia, Hungría, República Checa, Moldova, Lituania, Estonia, Ucrania, lo que fue visto por el Kremlin como una amenaza real a su integridad territorial.
Nadie duda que la OTAN existe por el interés de Washington de mantener el control de Europa tal como quedó evidenciado en la administración del republicano Donald Trump (2017-2021) y ahora la del demócrata Joe Biden, quien continúa esa estrategia para salir de una gestión mediocre en el manejo de la economía y la misma pandemia de Covid-19.
Tiene razón Putin, remarcó el exdirector de Le Monde Diplomatique, cuando exige que no quiere los cohetes de la OTAN en Ucrania, algo que demanda desde hace años, pero que nadie le hacía caso, incluso luego de que Washington trasladara el eje de confrontación a Asia por las diferencias con China.
La mejor guerra es la que se gana sin combatir, reflexionó el también semiólogo y referente de las izquierdas, quien lamentó que se llegara a la vía de las armas, luego de esfuerzos infructuosos de la diplomacia y el diálogo por una paz real y duradera.
Este conflicto ya tiene consecuencias para las economías del mundo, alertó Ramonet, con el aumento del precio del barril de petróleo a unos 100 dólares y también del gas. En Panamá anunciaron que a partir de mañana viernes subirá el precio de la gasolina.
La situación de la energía también es alarmante, incluso para naciones de la Unión Europea, cuyo 40 por ciento proviene de los hidrocarburos que recibe de Rusia.
En ese entorno, vaticinó que espera que las sanciones previstas contra el Kremlin por Estados Unidos no pasen de ser un anuncio, porque afectaría a sus principales aliados como Francia, Reino Unido y sobre todo Alemania.
Este jueves, el presidente ruso, Vladimir Putin, precisó que la operación militar especial en Donbass es una medida forzada, y la nación euroasiática no pudo actuar de otra forma.
El gobernante subrayó que los riesgos de seguridad creados en torno al país fueron tales que resultó imposible responder por otros medios.
Además, manifestó su sorpresa de que los países occidentales no se movieran “ni un milímetro” en las negociaciones con Rusia sobre garantías de seguridad.
Por su parte, el Ministerio de Defensa de Rusia aseguró que las Fuerzas Armadas de su país no lanzan ataques sobre ciudades ucranianas, sino contra infraestructuras militares, instalaciones de defensa aérea, aeródromos y la aviación con armamento de alta precisión.
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