El presidente Joe Biden valora las opciones para reducir el consumo de energía rusa, pero estamos preocupados por el impacto de una decisión de ese tipo en las familias, comentó este viernes la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki.
La vocera reconoció que si se reduce la oferta en el mercado global, aumentarán los precios de los combustibles, lo cual impactaría en la nación norteña que vive un escenario de inflación.
La víspera, la administración negó estar interesada en adoptar una prohibición de esa naturaleza luego de que congresistas republicanos y demócratas presentaran un proyecto de ley para cancelar la compra de petróleo a Rusia, sus derivados, así como gas natural licuado y carbón.
Cuando los periodistas preguntaron hoy a Psaki si la posición del ejecutivo había cambiado, la funcionaria señaló que no hay un “interés estratégico” en disminuir el suministro mundial de crudo y por eso estudian formas de abandonar la importación de Rusia sin afectar la oferta global.
Después de que el mandatario ruso, Vladímir Putin, anunciara la operación militar en Ucrania el pasado 24 de febrero en respuesta a una solicitud de las autoridades de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, Occidente arreció sus sanciones contra la nación euroasiática en diversas esferas.
En su arremetida, Washington anunció el bloqueo total a 22 entidades rusas relacionadas con el sector de defensa, la prohibición a las aerolíneas rusas de utilizar el espacio aéreo estadounidense, entre otras acciones para desestabilizar la economía del gigante euroasiático.
Estados Unidos y la OTAN estuvieron durante meses alentando las tensiones en Europa del Este, a donde desplazaron parte de sus efectivos en momentos en que Rusia no tenía prevista la incursión militar actual, la cual de acuerdo con el gobierno ruso, no busca ocupar Ucrania sino desmilitarizarla y desnazificarla.
jha/avr