El Paseo de la Reforma, avenidas Insurgentes y Juárez, calles Hidalgo y 5 de Mayo, que conducen o enlazan con el Zócalo capitalino, se conviertieron en epicentro de la marcha este martes para manifestar las reivindicaciones femeninas que la mayor parte de la sociedad apoya.
Lamentablemente, después de largos años exigiendo el cumplimiento de tales demandas la situación no ha mejorado, pese a que este gobierno, al menos en su estructura administrativa y política, tiene muy en cuenta el equilibrio de género, pero no se corresponde con la realidad social donde la discriminación deja sentirse con fuerza.
El gobierno admite la legitimidad de las demandas de las mujeres, en particular las referidas al cese de feminicidios y la desigualdad y discriminación social y económica que en México es muy evidente, pero pide que se formulen de forma pacífica.
Esa discriminación e irrespeto a los derechos de la mujer, es uno de los argumentos que utilizan algunos grupos para justificar hechos de violencia como el de hoy pues, según alegan, es la única forma de hacerse visibles.
Las autoridades reportaron destrucción material, en particular de vidrieras, pintas de paredes y monumentos, y una violencia de encapuchadas que desvirtúan la efemérides, deploraron.
A pesar de las insistentes llamadas del gobierno federal y del capitalino para que este año no ocurrieran destrozos y violencia, y las advertencias de que a todas las que vieran con mandarrias, martillos, tubos, cocteles molotov, sopletes y espray, serían separadas, cientos lograron pasar y usar esos artefactos y agredir a mujeres policías.
La movilización de más de tres mil agentes femeninas en la capital, las vallas de metal y madera en Ciudad de México y otras medidas de seguridad, así como el decomiso previo de decenas de cocteles molotov y sopletes caseros, no fueron suficientes para detener el desorden, tampoco en las demás ciudades de los 31 estados.
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