El tema es analizado por diversas fuentes que tratan sobre los beneficios para el denominado complejo militar industrial y otros que en términos de futuro ven a China como el principal ganador si Moscú y Washington no zanjan sus diferencias ahora.
Pero, retornando a la actualidad, resalta el impulso que da la Casa Blanca a sectores petroleros y del gas, y por supuesto a la industria castrense, necesitada de guerras para mantener sus considerables ganancias.
La víspera el presidente Joe Biden anunció que emitirá órdenes para ampliar la cantidad de gas natural licuado (GNL) que exporta, mientras Europa busca reducir su dependencia del gas ruso.
Esto es sin dudas una muestra palpable de la lucha por los mercados al tratar de suplir el hidrocarburo, el petróleo e incluso el carbón que vende Rusia a la mayoría de los miembros de la OTAN, en especial a Alemania, por el producido en territorio estadounidense.
En el primer semestre del año pasado, Estados Unidos exportó una media de nueve mil 600 millones de pies cúbicos de gas al día y con las ordenes de Biden sumará 720 millones de pies cúbicos adicionales por día.
Ahora los estadounidenses tratan de apropiarse del mercado de los rusos en Europa, una cifra nada despreciable, pues Rusia suministró el 40 por ciento de ese gas natural el año pasado.
Habría que preguntarse cómo impactarán los precios en la economía europea pues seguramente el producto que viene de otro continente se ofertará a sumas astronómicas en comparación con lo que llega a los mercados a través de gasoductos.
Hasta aquí esta parte de la historia. Ahora bien, este martes también Washington prosiguió abriendo sus ofertas para “ayudar a Ucrania” en una crisis que no son pocos los que dicen que impulsó.
Biden anunció que enviará a esa nación europea drones, equipo antiaéreo, lanzamisiles y otro armamento como parte de 800 millones de dólares de ayuda para enfrentar a Rusia. ¿Quién lo pagará y quién se beneficiará?
La respuesta es sencilla, lo desembolsará el contribuyente norteamericano y los fondos irán a engrosar los bolsillos de las grandes corporaciones que lucran con la guerra.
Según el sitio digital https://www.eleconomista.es, la industria militar vive una temporada alta, y los inversores compran en masa las acciones de los principales productores de armamento.
Las de Lockheed Martin repuntaron un 21 por ciento, las de General Dynamics un 16 y las de Raytheon un nueve después de comenzar la crisis en Ucrania.
«Estados Unidos y sus aliados están enviando armas, como los misiles antitanque Javelin, fabricados por una empresa conjunta de Raytheon Technologies y Lockheed Martin. Raytheon también fabrica los misiles antiaéreos Stinger que se están suministrando a Ucrania», publicó The Wall Street Journal el 1 de marzo.
Ahora, qué pudiera cubrir el anunciado fondo de “ayuda” de 800 millones.
El complejo militar industrial se tragará los costos de 800 sistemas contra ataques aéreos, 200 lanza misiles Javelin (cada uno cuesta más de 100 mil dólares), 100 lanzagranadas, cinco mil rifles, mil pistolas, 400 ametralladoras y 400 escopetas, 20 millones de municiones pequeñas y para lanzagranadas y 25 mil equipos de protección corporal, entre otros.
En los últimos días algunos medios de prensa señalaron que con el envío de armas a Ucrania se produce una escalada en el conflicto y que este solo terminará cuando Washington cese esa política y se disponga a impulsar una solución diplomática.
Mientras eso no ocurra, a rio revuelto…ganancia de Estados Unidos.
jf/lb