La víspera, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sonó las alarmas por el rebrote de la enfermedad causada por el coronavirus SARS-CoV-2 y sus variantes en Europa y Asia, y reiteró en voz de su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, que la pandemia sigue presente y no debería marginarse la atención a la misma.
“Todos queremos dejarla atrás, pero no importa cuánto lo deseemos, aún no ha terminado”, advirtió.
En Francia, la eliminación de las medidas sanitarias tuvo en marzo una materialización prácticamente plena, con el fin de la obligatoriedad del uso de la máscara en espacios interiores, de la exigencia del pase de vacunación como condición de acceso a lugares y del aislamiento de las personas contacto de casos de Covid-19.
Solo en el transporte público, los hospitales y los hogares de ancianos se mantuvieron las medidas, al tiempo que el país llegó a casi el 80 por ciento de su población con un esquema completo de vacunación.
Para muchos la decisión podía justificarse sin problemas, por los progresos en el enfrentamiento a la crisis, pues los contagios diarios bajaron de hasta más de 400 mil en enero a unos 50 mil, la tasa de Incidencia decreció de tres mil 500 infectados por 100 mil habitantes a menos de 600 y la tensión hospitalaria disminuyó de manera notable.
Sin embargo, la segunda quincena de marzo trajo un panorama inquietante, respaldado por el auge de indicadores clave, como la propia Incidencia, la Reproducción (R) y la Positividad de las pruebas de detección de la enfermedad.
De acuerdo con datos de Salud Pública Francia, la tasa de Incidencia cerró ayer en 937 casos por 100 mil habitantes, la Reproducción en 1,29, cada vez más lejos del uno, umbral que dice si una epidemia progresa o no, y la Positividad en un 23,2 por ciento.
Como elemento positivo continuó la disminución en la cifra de pacientes hospitalizados por la Covid-19, un indicador estancado en los últimos días, y de los atendidos en cuidados intensivos, que sí ha tenido una evolución favorable sin contratiempos, hasta bajar a mil 564, después de rondar los cuatro mil a mediados de enero.
El ministro de Salud Olivier Véran señaló ante el incremento de los contagios que el panorama se complicaría hasta finales de marzo, para seguidamente mejorar, por lo que descartó un retorno a las restricciones.
La víspera, el gobierno admitió por primera vez que podría retomar medidas como el uso obligatorio de la máscara en espacios interiores, posición expuesta por el presidente Emmanuel Macron al canal M6.
“Seré muy transparente: si las cosas se deterioran, haré todo lo que deba para proteger a los franceses de manera proporcional”, subrayó a poco más de dos semanas de las elecciones presidenciales, en las que buscará otros cinco años en el Palacio del Elíseo.
Macron negó que la relajación de las restricciones tuviese relación con la cita en las urnas, e insistió en su prioridad de “proteger a los compatriotas”.
La polémica está servida, y expertos como los epidemiólogos Catherine Hill e Yves Buisson alertaron sobre el impacto de la eliminación de las medidas y la menor atención que las personas prestan a la pandemia por estos días.
Levantamos demasiado temprano las medidas barrera, como el uso de la máscara y del pase de vacunación, estimó Buisson, al ratificar que la Covid-19 está lejos de terminar.
Por su parte, la infectóloga Anne-Claude Crémieux comentó a la cadena Franceinfo que con el SARS-CoV-2 no debería perderse tiempo alguno.
Hay que actuar rápido, hemos ganado terreno de una ola de contagios a la otra, y ahora no podemos perderlo, sentenció.
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