Las detenidas formaban parte de un grupo de 27 niños y 10 madres que entraron al país por el aeropuerto de Fránkfort (suroeste) y sobre ellas pesan acusaciones desde 2013 por vínculos con la organización extremista.
Contra una de las acusadas recaen además cargos por crímenes de lesa humanidad, delitos de guerra y tráfico de personas.
La operación de repatriación tuvo lugar la víspera y fue calificada de «extremadamente difícil» por el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Según la titular de esa cartera, Annalena Baerbock, los infantes que retornaron al país son víctimas del EI y tienen derecho a un futuro mejor lejos de esa ideología mortal, mientras sus madres tienen que asumir la responsabilidad por sus actos.
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