En la cita, convocada por el Ministerio de Ambiente del istmo, la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo y la Alianza Mesoamericana de Pueblos y Bosques, los participantes debatieron los principales desafíos de la región en la lucha contra el cambio climático.
De igual manera, abordaron la gestión y el manejo de las zonas boscosas para su conservación, con énfasis en la participación activa y real de los originarios, y en la necesidad de que se le garanticen sus derechos, en particular a mujeres y jóvenes.
Como parte de las iniciativas presentadas en esta cita, la Alianza Mesoamericana de Pueblos y Bosques organizó espacios de diálogo para contextualizar la agenda forestal desde la realidad comunitaria.
En Mesoamérica, los pobladores autóctonos y comunidades locales tienen una influencia en aproximadamente 50 millones de hectáreas de bosques remanentes, precisaron los expertos.
En ese sentido, llamaron a conservar ese hábitat, algo crucial para protegerlos y sostener sus aportes en materia de equilibrio climático, biodiversidad, producción de agua y seguridad alimentaria.
También citaron estadísticas oficiales que dan cuenta que los bosques contienen el 47 por ciento de las reservas de carbono forestal de la región, alrededor del ocho por ciento de la biodiversidad mundial y constituyen el medio de vida para más de cinco millones de personas.
Al respecto, el foro generó experiencias de gobernanza forestal y mecanismos de diálogo que contribuyen directamente a la formulación de políticas públicas, leyes e instrumentos para la gestión sostenible de los bosques y otros asuntos asociados como los conocimientos ancestrales y la medicina tradicional.
En declaraciones a Prensa Latina, el Oficial de Políticas para Pueblos Indígenas e Inclusión Social de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Mauricio Mireles, señaló que a pesar del rol que cumplen como guardianes de las reservas naturales de la región, los pueblos originarios presentan altos niveles de pobreza y pobreza extrema.
Pese a ese panorama adverso, dijo, han mantenido sus sistemas agroalimentarios vivos, y con altos niveles de autosuficiencia, ya que en muchos de estos pueblos producen y consumen más de un 50 por ciento de todos los rubros dentro de su propio territorio, demostrando así grandes niveles de autonomía y resiliencia.
En el caso particular de Panamá, alabó que las comunidades indígenas ya cuentan con derechos colectivos territoriales sobre el 63 por ciento de los bosques del país.
Este patrimonio natural representa una enorme oportunidad para la acción climática desde un espíritu de colaboración intercultural.
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