Según un estudio publicado en la revista estadounidense Journal of Clinical Oncology, tras estudios oncológicos en fases II y III realizados entre 1980 y 2019, excluidos aquellos ensayos sobre tumores específicos por sexo (como de mama o próstata), se encontraron aumentos grandes en la toxicidad grave en las mujeres, en comparación con los hombres que recibieron inmunoterapia.
La indagación analizó a unos 23 mil 300 pacientes (38 por ciento féminas) que experimentaron cerca de 275 mil efectos adversos.
El bioestadístico del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson y primer autor del estudio, Joseph Unger, aseveró dado el uso cada vez mayor de estos nuevos e importantes tratamientos, debe ser una prioridad comprender mejor la magnitud y las causas que subyacen a esas diferencias.
La investigación no logró explicar el por qué de estas diferencias, pero los expertos apuntan varias hipótesis como diferencias en la medida en que las mujeres y los hombres informan de eventos adversos y en qué tan bien se adhieren a los medicamentos.
Sobre el primer planteamiento, aclaran los científicos que es las evaluaciones de dichas toxicidades se basaron completamente en medidas de laboratorio objetivas y la diferencia al informar explicaría solo una parte de este patrón.
Además, ambos sexos pueden diferir en la forma en que procesan físicamente los medicamentos, por ejemplo, el sexo femenino tiene menos capacidad para eliminar el fluorouracilo, un tratamiento oncológico que mata a las células que crecen de manera descontrolada.
Algunos expertos apuntan que el microbiota intestinal, ecosistema de microbios en el organismo, puede estar implicado por su función en la regulación de las vías inflamatorias, metabólicas e inmunitaria, en cómo mujeres y hombres metabolizan los fármacos.
Los científicos señalaron que esperan contribuir a generar “más conciencia” de las diferencias entre hombres y mujeres y entender mejor por qué suceden esos fenómenos para mejorar el abordaje terapéutico de pacientes con cáncer.
“Nuestra esperanza y expectativa es que enfermos reciban cada vez más tratamientos individualizados, y que el sexo del paciente pueda ser un elemento importante al considerar las opciones de tratamiento individualizado”, afirmó Unger.
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