El humo socava las ganancias de aire limpio, lo cual plantea riesgos potenciales para la salud de millones de personas, describieron los participantes en el estudio, a cargo del estadounidense Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR).
Los niveles de monóxido de carbono, un gas que indica la presencia de otros contaminantes del viento, aumentaron considerablemente con la propagación de los incendios forestales en agosto, puntualizó el texto.
“Está bastante claro que hay un nuevo pico de sustancias nocivas en el aire durante ese mes que antes no existía”, subrayó la científica de NCAR y autora principal, Rebecca Buchholz.
Los hallazgos –agregó- fueron particularmente sorprendentes porque los niveles de monóxido de carbono bajaron, tanto en el mundo como en Norteamérica, debido a las mejoras en las tecnologías de control de la contaminación.
El equipo implicado utilizó observaciones satelitales de la química atmosférica e inventarios globales de incendios para rastrear las emisiones de fuegos forestales durante la mayor parte de las últimas dos décadas. También emplearon modelos informáticos en aras de analizar los impactos potenciales del humo, mientras los resultados precisaron que los contaminantes podrían afectar a más de 130 millones de individuos, incluidos unos 34 en el noroeste del Pacífico, 23 en el centro de los Estados Unidos y 72 millones en el noreste.
Necesitamos más estudios sobre las implicaciones para la salud de todo este aire, consideró Buchholz, para quien es posible que ya estemos viendo las consecuencias de estos fenómenos en los residentes que viven a miles de millas a favor del viento.
Los incendios forestales aparecen actualmente como la clave en la contaminación atmosférica, especialmente a medida que las emisiones de las actividades humanas disminuyen tras procesos de combustión más eficientes en vehículos de motor e instalaciones industriales.
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