De acuerdo con el programa original, ya por esta época debían estar avanzados el movimiento de tierra y otras obras fundacionales, pero como es sabido, el hombre propone y el virus dispone.
Lo bueno de semejante catecismo es que el gobierno indonesio persiste en sus planes y anunció que este año arrancarán los trabajos con la intención de concluirlos antes de finalizar el mandato del presidente Joko Widodo en 2024.
Según los expertos, Yakarta, actual capital de Indonesia, pudiera quedar bajo las aguas en 30 años a causa del aumento del nivel del mar, la desmedida explotación del manto freático y el peso de los rascacielos.
La solución más viable para salvarla parecía ser la construcción de un dique que la defendiera de las marejadas, pero a la larga predominó la idea de mudar la capital a la vecina isla de Borneo (Yakarta está en la de Java).
Paralelamente el gobierno anunció que invertirá unos 40 mil millones de dólares en la próxima década para mejorar las condiciones ambientales de lo que será su ‘vieja’ capital.
Todavía no tiene nombre, pero sus futuristas contornos revolotean en la mente de arquitectos y urbanistas, y cuando cobren forma -a un costo superior a los 33 mil millones de dólares- parecerán cosa del próximo siglo. Algunos dicen que será una suerte de versión indonesia del estadounidense Silicon Valley.
El propio Widodo dijo que la nueva capital será un espacio idóneo para el establecimiento y desarrollo de empresas de alta tecnología y se distinguirá por un eficiente sistema urbano y de prestación de servicios públicos.
La ciudad dispondrá de un sistema de transporte ‘verde’, dotado solo con vehículos eléctricos, y estará salpicada de instituciones educativas de clase mundial, hospitales modernos y parques botánicos, anticipó el presidente.
Pero todo está por verse: no faltan pesimistas para los cuales los cimientos de la economía nacional, resquebrajados por la pandemia de Covid-19, no podrán resistir el peso de un sueño solo leve en apariencia.
(Tomado de Orbe)