Según el astrofísico de la Universidad de California Riverside y autor principal del texto, Stephen Kane, de no ser por estas características, el cuerpo celeste estaría bloqueado de cara hacia el sol de manera idéntica en la que el mismo lado de la Luna siempre mira hacia la Tierra.
Venus tarda 243 días terrestres en rotar una vez, pero su atmósfera circula por el planeta cada cuatro días y sus vientos provocan una densidad tan alta que la presión atmosférica en superficie es 90 veces superior a la terrestre y similar a la que se experimentaría a un kilómetro por debajo del océano.
Asimismo, ostenta temperaturas promedio capaces de derretir el plomo, o sea, de hasta 480 grados Celsius.
«Estar de pie en su superficie sería como estar en el fondo de un océano muy caliente. No podrías respirar en él», reveló Kane.
Por otra parte, la atmósfera de Venus también impide que la energía del sol abandone el planeta, por tanto el agua no se enfría en su superficie, un estado conocido como efecto invernadero descontrolado.
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