Aunque la seguridad alimentaria es prioridad en la agenda de la OMC desde hace años, los precios sin precedentes de los alimentos y el empeoramiento del contexto general a raíz del conflicto en Ucrania confieren urgencia al papel del comercio, insistió.
Dicha actividad puede contribuir a satisfacer la demanda de alimentos más diversos y nutritivos, y mejorar la previsibilidad y estabilidad de los mercados mundiales para productores y consumidores, amplió.
“Particularmente, la OMC apoya el llamado para mantener los mercados abiertos y evitar restricciones injustificadas a la exportación”, destacó.
Recordó que Rusia y Ucrania representan más de una cuarta parte de todo el trigo comercializado y alrededor de las tres cuartas partes de las exportaciones mundiales de aceite de girasol crudo.
En el actual contexto, los hogares en África y Medio Oriente son particularmente vulnerables a las interrupciones en estos suministros: «35 países en África importan alimentos y 22 importan fertilizantes de Rusia, Ucrania o ambos países», precisó Okonjo-Iweala.
El hambre que ya enfrentan millones de personas en todo el mundo puede aumentar. Según precisó el Programa Mundial de Alimentos durante la sesión, 145 millones de personas necesitarán ayuda alimentaria en 2022, 17 millones más que en 2021.
Como parte de los debates, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación enumeró los factores que causan la inseguridad alimentaria, como la baja productividad y eficiencia, el cambio climático y la desaceleración económica.
Varios participantes hicieron hincapié en que todos los países eviten respuestas políticas, como las restricciones, que afectan la seguridad alimentaria.
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