En entrevista con el portal Euractiv, Vulin afirmó que el bloque comunitario carece de una política común en ese aspecto, hecho denunciado desde hace años por organizaciones humanitarias y de derechos humanos.
Sin embargo, tras la operación militar de Rusia en Ucrania, varios países de la UE aceptaron recibir migrantes provenientes del segundo país.
Esa paradoja evidenció el trasfondo que subyace en la decisión de naciones como Polonia y Rumanía que se apresuraron a aceptar refugiados ucranianos pese a que Moscú advirtió que su operativo no está dirigido contra la población civil, explican analistas.
Antes muy cuestionado desde el mecanismo internacional, el ejecutivo de Varsovia es hoy punta de lanza en la arremetida comunitaria contra Moscú.
Esa nación encabeza la lista de Estados receptores de migrantes víctimas del conflicto ucraniano, pero antes albergó tropas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) con el objetivo declarado por el Kremlin de cercar militarmente al gigante eslavo.
Otros como Rumanía y República Checa lideran también a las naciones con mayor presencia de refugiados ucranianos y de efectivos de la OTAN.
La UE no cuenta con un enfoque común sobre el tema migratorio, y son los propios países los que tienen que lidiar con la crisis, afirmó Vulin.
Antes de finales de febrero, Occidente y la UE obviaron una situación antológica que costó la vida a miles de personas, quienes intentaron arribar a algún destino del llamado viejo continente a través de rutas marítimas y terrestres.
Organizaciones humanitarias y de derechos humanos denunciaron este fenómeno en innumerables ocasiones. Incluso la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, habló sobre el tema en su último discurso sobre el estado de la Unión, pero el asunto es hoy la asignatura pendiente de la UE, según expertos.
Las últimas estadísticas reflejan que más de 12 millones de desplazados dejaron hasta hoy la zonas del conflicto ucraniano.
El accionar militar ruso en el Donbass respondió a una petición de los gobiernos de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, víctimas por ocho años de asedios militares por parte del gobierno de Kiev.
Tales territorios, de mayoría ruso parlante, vivieron en ese período una crisis humanitaria obviada por la UE que ahora muestra especial preocupación por la situación en Ucrania y por los refugiados de ese país repartidos por Europa.
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