Una rápida reforma económica basada en un fuerte endeudamiento para financiar inversiones llevan a la presidenta Samia Suluhu Hassan a la caza de inversores, especialmente en sectores estratégicos como el de la energía.
Tanzania cuenta con 57 millones de millones de pies cúbicos de gas, pero los desacuerdos con las empresas petroleras sobre el reparto de la producción paralizaron nuevas obras en el sector.
Sin embargo, Hassan reanudó las negociaciones con las empresas energéticas para reactivar la construcción de proyectos de gas natural en alta mar, en 2023.
De hecho, a finales de abril pasado, el gobierno adelantó que firmaría a finales de este mes un acuerdo con la empresa de exploración Equinor y con Exxon Mobil para desarrollar una gran planta de gas natural licuado por valor de 30 mil millones de dólares.
Pese a ello, los planes para la producción de electricidad a partir del agua son poco más que ambiciosos: planean generar unos seis mil megavatios (MW), más de tres veces su capacidad total instalada el año pasado: mil 605 MW.
Ya cerca de su finalización se encuentra el proyecto hidroeléctrico Julius Nyerere, con capacidad de dos mil 100 MW.
Además del enorme potencial económico, la puesta en marcha de la planta -aún sin una fecha definida- tiene un significado sentimental cuando este año se cumplió el centenario del nacimiento del padre fundador de la nación.
Pero también se encuentran los emprendimientos hidroeléctricos de Ruhudji y Rumakali, que deben empezar a producir 358 MW y 222 MW, respectivamente.
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