El estudio, realizado junto al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), defiende que la protección social reduce la pobreza de las familias y facilita la escolarización, disminuyendo así los principales factores que impulsan el trabajo infantil.
Sin embargo, en todo el mundo unos mil 500 millones de niños de entre cero y 14 años (73,6 por ciento) no reciben ninguna prestación familiar o infantil en efectivo. “Esta gran brecha de protección debe cerrarse y cerrarse rápidamente”, advierte el documento.
En ese contexto, más de 160 millones de niños en todo el mundo -uno de cada 10 niños de entre cinco y 17 años- aún trabajan y el progreso se estancó desde 2016.
Se estima que, sin estrategias de mitigación, el número de niños en situación de trabajo infantil podría aumentar en 8,9 millones para finales de 2022, debido, en gran parte, al aumento de la pobreza.
Durante la V Conferencia Mundial sobre la Erradicación del Trabajo Infantil, que concluyó este viernes en Sudáfrica, el Director General de la OIT, Guy Ryder, señaló que hay muchas razones para invertir en la protección social universal.
“Pero la eliminación del trabajo infantil tiene que ser una de las más convincentes, dado su pernicioso impacto sobre los derechos y el bienestar de los niños», argumentó.
En función de ello, el informe recomienda cerrar la brecha de cobertura de la protección social para los niños, construir sistemas integrados y garantizar que el diseño de los mismos sea inclusivo.
Además, es necesario implementar prestaciones infantiles y familiares que lleguen a todos los hogares, especialmente a los que se encuentran en situaciones de mayor vulnerabilidad, simplificar los procedimientos de registro y complementar con una mayor inversión en educación básica universal de calidad.
Por otra parte, es importante aprovechar el fuerte compromiso político que ya existe para acabar con el trabajo infantil y establecer una protección social universal para reforzar el consenso para la acción.
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