De acuerdo con estudios de esa cartera, al cierre de abril último, el saldo de la deuda del sector público no financiero se ubicó en 42 mil 939,9 millones de dólares.
Solo en el cuarto mes del año, el indicador se ubicó en 127,1 millones de dólares, tras recibir el Estado desembolsos de organismos multilaterales (148,1 millones) y fondos por subastas de Letras del Tesoro (36,6 millones).
Por su parte, en el servicio de la deuda destacan 32,7 millones de dólares destinados a pagos de capital de préstamos con organismos multilaterales y bilaterales; y 104,7 millones de dólares en concepto de pagos de intereses de la deuda externa, que corresponden principalmente a bonos globales.
El MEF salió en enero pasado a los mercados y captó una porción importante de las necesidades de financiamiento para todo el año.
En ese sentido, expertos alertan que en lo que resta de ejercicio, las amortizaciones de deuda que se hagan causarán un efecto a la baja en el saldo de la deuda, mientras que las eventuales nuevas emisiones o préstamos que se contraten, lo harían al alza.
Economistas como Luis Morán opinan que una priorización del gasto, para darle mayor peso a las inversiones y reducir el gasto operativo, podría ser la fórmula para robustecer de a poco la economía y las finanzas en momentos en que crece la deuda pública.
En declaraciones al diario La Prensa, Morán estimó que el istmo debería optar por mejorar los niveles de inversión público-privada para tener capacidad de hacerle frente a este fenómeno cuando el ciclo económico que se avecine sea una recesión.
De manera paralela, planteó la necesidad de reducir el gasto del Estado, para que los recursos que se pidan tengan una mayor rentabilidad en proyectos que realmente se necesitan.
Mientras, el expresidente del Colegio de Economistas, Olmedo Estrada, alertó que la deuda se elevó sustancialmente en los últimos años, especialmente desde que comenzó la Covid-19, en marzo de 2020.
Las restricciones impuestas por el Gobierno para contener las distintas olas de contagios, con cierres de negocios y confinamientos, impactaron los ingresos públicos, mientras que el gasto se elevó para atender las necesidades generadas por la pandemia.
Según estadísticas oficiales, en abril de 2020, un mes después de detectado el primer caso, el saldo de la deuda era de 32 mil 310,5 millones de dólares; un año después creció hasta 38 mil 394 millones.
A juicio de Estrada, el incremento de la deuda se debe al desbalance entre ingresos y gastos, especialmente pronunciado en 2020, el primer año de la dolencia.
Para 2022, según el Ejecutivo, está previsto reducir el déficit -el límite legal es de cuatro por ciento sobre el Producto Interno Bruto- a partir de una mayor recaudación de ingresos como parte de la reanimación paulatina de la economía.
Además, se proyecta generar ahorro corriente, lo que quiere decir que los ingresos cubrirán los gastos operativos y quedará parte para costear inversiones.
Aunque se aprecia un aumento en la inversión, según expertos, el peso del gasto operativo sigue siendo mayor, a lo que Estrada sugirió mayor contención en plantillas y la burocracia, gastos que calificó como improductivos.
De igual forma, apuntó a la necesidad de revisar los subsidios, que solo en 2021 generaron dos mil 945 millones de dólares.
Por su parte, Morán comentó que parte del incremento de la deuda está vinculado a los programas de ayuda por la pandemia, un esfuerzo que parece ineficiente, a juzgar por los reclamos de protestas recientes de los movimientos populares.
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