Aunque el escándalo bautizado por la prensa británica como el partygate estalló a finales del año pasado, los resultados de la investigación realizada por la funcionaria pública Sue Gray y sacados a la luz este miércoles, le pusieron la clásica tapa al pomo.
En el documento de 37 páginas, Gray concluyó, aunque sin mencionar directamente a Johnson, que el máximo liderazgo político y oficial del país debe asumir la responsabilidad por esa «cultura» de celebrar eventos sociales con tragos y música, en momentos en que la población estaba bajo un confinamiento estricto.
Cualquiera que fuera su intención inicial, lo sucedido en esas reuniones y la forma en que se desarrollaron no estuvieron acorde con las medidas vigentes entonces para evitar la propagación de la Covid-19, afirmó la funcionaria.
Gray investigó más de 15 fiestas que tuvieron lugar en el despacho de Johnson y otras dependencias gubernamentales durante 2020 y 2021.
Tras apuntar que el público espera un comportamiento impecable en las instituciones del gobierno, Gray reiteró que hubo «falta de liderazgo» en Downing Street.
En una comparecencia ante el Parlamento poco después de la publicación del informe, Johnson dijo que asumía la responsabilidad por todo lo sucedido en sus oficinas, pero insistió que no fueron eventos sociales, sino reuniones de trabajo, en las que siempre estuvo por muy breve tiempo.
Para respaldar su argumento, el gobernante conservador alegó que la Policía Metropolitana, que también investigó el partygate, solo le impuso una multa por infringir las reglas antiCovid-19 en junio de 2021, cuando asistió a una fiesta de cumpleaños que le organizó su esposa Carrie.
Pese a disculparse de forma reiterada ante los diputados, la oposición política liderada por el laborista Keir Starmer, y respaldada por una veintena de conservadores, insistió en que Johnson debe renunciar por haber traicionado la confianza del público.
El legislador Bob Neill, un miembro veterano del partido gobernante, se sumó la víspera a la cada vez más larga de correligionario del primer ministro que le piden la dimisión.
Según Neill, las explicaciones dadas por Johnson no lo convencieron, por lo que envió una carta a la dirección del partido para dejar constancia de que el primer ministro, en el poder desde 2019, ya no contaba con su confianza.
Al menos 22 diputados conservadores pidieron públicamente la renuncia del gobernante, pero se desconoce cuántos han dejado constancia escrita de su desacuerdo con que permanezca en el cargo.
Los estatutos internos de la organización establecen que al menos 54 diputados de la bancada conservadora deben enviar cartas al jefe del poderoso Comité 1922, Graham Brady, para promover un voto de desconfianza contra Johnson.
El primer ministro británico también enfrenta una investigación parlamentaria para determinar si mintió de forma deliberada al resto de los diputados cuando les aseguró en diciembre pasado que en Downing Street nunca se celebraron fiestas ilegales.
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