El evento, previsto del 6 al 10 de junio, arranca este lunes con las reuniones entre representantes de la sociedad civil, el sector privado y otros encuentros previos al segmento de alto nivel en los últimos dos días, alrededor del cual persisten las incógnitas.
Para algunos observadores, el lema de la Cumbre «Construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo», quedó solo en un balbuceo bienintencionado.
Sostienen además que el evento se preparó de manera poco clara por parte de Estados Unidos y se evidenció en la forma que antes negociaron un llamado Plan de Acción en salud y de resiliencia de las Américas hasta el año 2030.
El documento –dicen- abunda en elementos neoliberales y tiene muchas carencias respecto a las necesidades reales de los pueblos en esta parte del mundo.
Plantean también que los grandes retos de los pueblos del continente americano no se solucionan mediante la exclusión, la confrontación o la violencia, sino mediante el respecto a la diversidad y la cooperación.
La decisión de los anfitriones de hacer una reunión con invitados de sus simpatías políticas y excluir algunos países como Cuba, Venezuela y Nicaragua causó reacciones de rechazo a nivel continental.
De hecho, todavía está en duda la participación del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien defiende el principio de que deben asistir todos los países en igualdad de condiciones o de lo contrario no irá a Los Ángeles.
Pero Biden «quiere personalmente» que López Obrador lo acompañe en la apertura de la cumbre, afirmó Juan González, principal asesor del jefe de la Casa Blanca para América Latina.
Entretanto, el presidente de Bolivia, Luis Arce, ratificó que no irá a la cumbre, mientras el Gobierno de Estados Unidos mantenga su política de exclusión.
Igualmente, reportes de medios de prensa dan cuenta que Guatemala, Honduras y el bloque de 14 naciones del Caribe (Caricom) podrían restarle más invitados a Biden.
Por su parte, se espera que el presidente de Argentina, Alberto Fernández, sea portavoz de la posición de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac).
Al referirse a las exclusiones, algunos expertos advirtieron que, por ejemplo, resulta injustificado e incoherente pretender afrontar los desafíos en el ámbito de la salud en las Américas dejando de lado a Cuba, señalado por el alto nivel de su sistema de salud pública.
La isla caribeña ha sido igualmente uno de los que más aportó a la cooperación internacional en temas sanitarios, incluyendo el enfrentamiento a la pandemia global de la Covid-19.
La VIII Cumbre de las Américas tuvo lugar en abril de 2018 en Lima, capital de Perú. Donald Trump, entonces ocupante del Despacho Oval, no fue, una actitud que en su momento levantó no pocas críticas.
Sin embargo, paradojas, todos los países del área fueron invitados, a diferencia de la IX Cumbre que desde ya significa un retroceso en las relaciones hemisféricas.
El activista Manolo de los Santos subrayó que a ese plan de dividir se opone la Cumbre de los Pueblos por la Democracia, que tendrá lugar de forma paralela en Los Ángeles.
“Como la Cumbre de las Américas de (Joe) Biden está marcada por la exclusión y la imposición de una agenda política, nuestra Cumbre reunirá diversas voces de todas las Américas”, afirmó De los Santos, director del movimiento The People’s Forum.
Varias agrupaciones políticas y sociales de América Latina y una amplia participación de diferentes sectores estadounidenses reiteraron su presencia en la urbe de California.
“Tenemos una coalición de más de 150 organizaciones en Estados unidos y en Los Ángeles que apoyarán y movilizarán para esta cumbre de los pueblos”, añadió.
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