El tamaño de la corteza visual primaria y la cantidad de tejido cerebral que dedicamos a procesar información en ciertos lugares del espacio visual pueden predecir qué tan bien podemos ver, confirmaron los implicados en el artículo.
Comprendimos qué subyace a las diferencias en cómo las personas perciben e interactúan con su entorno visual, explicó el autor principal Marc Himmelberg, investigador postdoctoral en el Centro de Ciencias Neurales y el Departamento de Psicología.
Al igual que con las huellas dactilares, las protuberancias y los surcos en la superficie del cerebro de cada persona son únicos, remarcaron en el texto.
Sin embargo, la importancia de estas diferencias no se entiende por completo, especialmente cuando se trata de su impacto en el comportamiento, como las distinciones en nuestra capacidad de ver, enfatizaron.
Esto se debe a que V1 tiene más tejido dedicado al centro de nuestro campo de visión y también amplía las ubicaciones a la izquierda o derecha de donde nuestros ojos se fijan en relación con las aquellas por encima o por debajo, ampliaron.
La región cortical primaria del cerebro que recibe, integra y procesa la información transmitida desde las retinas se conoce como corteza visual, dividida en cinco áreas distintas de V1 a V5, según la función y la estructura.
En muchos sentidos, advirtió la literatura, el ojo funciona como una cámara, con la retina actuando como película fotográfica, pero en realidad no se ve nada sin el cerebro, que recibe las señales visuales del ojo a través del nervio óptico.
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