Según la Organización Internacional del Trabajo, OIT, esas condiciones repercuten directamente en su poder adquisitivo y nivel de vida, especialmente las mujeres, quienes se enfrentan a enormes barreras que les impiden emplearse y recibir formación.
Estadísticas de esa agencia de Naciones Unidas, publicadas en su nueva base de datos sobre su situación en el mercado laboral, muestran que siete de cada 10 discapacitados ni trabajan ni buscan trabajo, en comparación con cuatro de cada 10 sin discapacidad.
La OIT señaló que entre los individuos que buscan empleo, la tasa media de paro se sitúa en el 7,6 por ciento, frente al seis por ciento entre los que no tienen limitaciones físicas o motoras, y cualquier periodo de desempleo, pero especialmente uno prolongado tiene un impacto significativo en los resultados futuros del sector.
Tales condiciones conducen a muchas personas con discapacidad a la inactividad o pueden obligarlas a aceptar empleos en la economía informal, los cuales se caracterizan generalmente por la falta de seguridad y de prestaciones.
Sin embargo, tienen más probabilidades de trabajar por cuenta propia, o sea como autónomos o empleados domésticos, opciones que en muchos países responde a las escasas oportunidades que tienen de encontrar un puesto laboral bien remunerado, lo que las expone a menores ingresos, baja capacidad de consumo y a un mayor riesgo de caer en la pobreza.
La OIT también indicó que la tasa de personas con esas limitaciones empleadas disminuyó entre 2019 y 2020 en 11 de los 12 países de los que se disponen datos, ya que las mayores pérdidas de trabajos se produjeron en los sectores del comercio minorista y la hostelería, donde suelen trabajar muchas de ellas.
A pesar de la adopción de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad hace ya más de una década, con frecuencia se les niega la posibilidad de trabajar en igualdad de condiciones con las demás.
oda/crc