Según la institución académica, la lectura final de este indicador cayó a 50,0 desde el 55,2 registrado en mayo, marcado por la persistencia de la alta inflación y el aumento de los temores de una desaceleración económica.
En paralelo, la expectativa de inflación desde los consumidores a un año no varió respecto a mayo, situándose en 5,3 por ciento, pero bajó respecto a la lectura preliminar de junio de 5,4 por ciento.
Mientras, las perspectivas de inflación a cinco años subieron a 3,1 por ciento desde el 3,0 de mayo, pero disminuyeron desde el 3,3 preliminar de junio.
Esta leve caída en los datos sorprendió a analistas, que la consideraron un raro aspecto positivo para las autoridades de la Reserva Federal de cara a la evaluación de próximas subidas en los tipos de interés.
Previamente, la lectura preliminar de junio unida a otros datos preocupantes sobre la inflación influyeron en que el banco central aprobara una subida de tasas mayor de la esperada, de 75 puntos básicos la semana pasada.
Desde entonces, la institución bancaria apuntó que muy probablemente volverá a incrementar su tasa de interés de referencia a un día en 50 o 75 puntos básicos en julio. Ahora, la moderación de las expectativas de inflación podría modificar esa certeza.
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