La publicación muestra que hasta el 95 por ciento de los niños que realizan labores peligrosas están empleados en la agricultura, especialmente en los sectores del cacao, el aceite de palma y el tabaco.
También aseguró que el trabajo forzoso está vinculado de muchas formas a la dependencia que los trabajadores tienen con los empleadores.
«Muchos de ellos son jóvenes y abandonaron la escuela a una edad temprana con poca o ninguna capacitación. La transición de la educación al empleo remunerado es difícil o imposible, para muchos en las zonas rurales”, dijo en el prólogo del informe la experta de la OIT Maria Helena André.
El documento también recogió que alrededor de un 80 por ciento de los pobres del mundo viven en áreas rurales, muchos de los cuales enfrentan graves déficits de trabajo decente, que incluyen seguridad inadecuada, bajos salarios, falta de estabilidad y seguridad, y horas de trabajo excesivas.
Para la OIT las mujeres y los jóvenes siguen siendo los más afectados, en particular ellas que están desproporcionadamente representadas en los puestos más precarios, y tienen que aceptar empleos mal pagados y poco calificados, sufrir enormes diferencias salariales de género, además de ser más acosadas y abusadas.
El informe también describe la exposición a sustancias químicas como un riesgo grave para la salud y los trabajadores agrícolas, en particular para los menores y las féminas embarazadas y lactantes.
La mayoría de los empleados rurales operan en la economía informal, que incluye una gran proporción de mujeres, quienes se emplean como cuidadoras no remuneradas, sin acceso a la licencia de maternidad y otras protecciones esenciales, explicó la OIT.
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