En la ciudad de Szeged, con algo más de 160 mil habitantes, la municipalidad decidió aprovechar las calientes agua subterráneas, a 2 mil metros de profundidad, y poner en marcha el mayor sistema de calefacción geotérmico en Europa, aparte de Islandia.
Al término de las obras en 2023, la urbe ubicada a dos horas de Budapest dispondrá bajo el suelo de 27 dispositivos de bombeo, 16 centrales y 250 km de tuberías que suministrarán electricidad a 27 mil apartamentos y 400 clientes no residenciales.
Su construcción, que comenzó antes de las tensiones entre la Unión Europea y Rusia, tiene como objetivo reducir un 60 por ciento las emisiones de gas de efecto invernadero, pero supone una alternativa ahora, cuando Occidente sanciona los suministros energéticos rusos.
«Desde los años 1980, hemos quemado millones de metros cúbicos de gas ruso importado» para alimentar nuestras viviendas y «hemos emitido toneladas de carbono», explicó el geólogo Tamas Medgyes.
«La energía geotérmica es local, accesible y renovable, ¿por qué no utilizarla?», cuestionó.
El proyecto, financiado en parte con fondos europeos, dispone de más de 50 millones de euros (51 millones de dólares), pero «la combustión fósil tiene un coste para las generaciones futuras y el medioambiente», advirtió.
El experto involucrado en la operación comentó que ya 12 comunas utilizan esta energía y otras lo harán pronto teniendo en cuenta la subida de los precios.
Pero el proyecto podría interesar a algunas ciudades de Francia, Alemania, Italia o Eslovaquia que disponen de importantes yacimientos geotérmicos, agregó.
Aunque Hungría dispone de 260 estaciones termales, hasta el momento se explotó poco este recurso con fines energéticos: sólo el 1,5 por ciento de las necesidades en calefacción provienen de la energía geotérmica, una cifra que podría alcanzar el 25 por ciento.
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