Así ocurrió con Margaret Thatcher, a quien poco le valió haber sido la primera mujer en llegar al número 10 de la calle Downing y sus 11 años de permanencia en el poder, cuando sus correligionarios conservadores decidieron deshacerse de ella, en desacuerdo con su política impositiva y su euroescepticismo.
Otros ejemplos cercanos en el tiempo son los de David Cameron, quien tampoco pudo seguir en el cargo tras perder el referendo del Brexit en 2016, y el de su relevo, Theresa May, incapaz de “venderle” a la bancada tory el acuerdo que negoció con la Unión Europea para concretar la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE).
Ahora llegó el turno a Boris Johnson, pero a diferencia de los antecesores, su caída en desgracia no estuvo motivada por diferencias políticas, sino por un cúmulo de escándalos que pusieron en entredicho honestidad, integridad moral y liderazgo.
Precisamente esos tres términos fueron los más mencionados en el alud de cartas de renuncia presentadas por sus ministros y funcionarios, y que a la larga sellaron su defenestración el 7 de julio pasado.
ASCENSO Y CAÍDA
Johnson, cuya carrera política comenzó en 2001 con su elección como diputado al Parlamento, fue luego alcalde de Londres durante ocho años, y en 2019 ganó el concurso de liderazgo para reemplazar a May como primer ministro y líder de los tories, después de haber sido su canciller entre 2016 y 2018.
La aplastante victoria lograda por el Partido Conservador en las elecciones generales de diciembre de 2019 consolidó en el cargo a un político al que sus seguidores consideran un tipo desenfadado, ingenioso y capaz de atraer votos, mientras que para sus detractores no es más que un farsante de dudosa moralidad, carente de escrúpulos. Aunque cumplió su promesa de sacar al Reino Unido de la UE, conforme al deseo del 52 por ciento de los británicos que votó a favor del divorcio, la salida no estuvo exenta de polémicas, sobre todo en lo concerniente a Irlanda del Norte, y ahora el país podría enfrentar una demanda legal en los tribunales internacionales de arbitraje.
Su manejo de la pandemia de Covid-19 todavía sigue siendo muy cuestionada, sobre todo por los constantes bandazos dados por el gobierno a la hora de imponer los confinamientos y restricciones, la carencia de equipos de protección para los trabajadores de la salud y la falta de atención a los ancianos.
Ni siquiera el hecho de que se contagiara con el coronavirus y estuviera al borde la muerte, salvó a Johnson de las críticas de quienes lo culpan de dejar que el Reino Unido se convirtiera en el país europeo con más muertes a causa de la Covid-19.
Los oponentes del político de 58 años, graduado del elitista colegio de Eton y de las aulas universitarias de Oxford, también siempre tienen a mano los polémicos artículos que escribió en su época de periodista en varios diarios británicos para probar su falta de ética y carácter provocador.
En una de aquellas columnas comparó, por ejemplo, a las mujeres musulmanas que usan burkas con buzones de correo, y en otra dijo que la entonces candidata presidencial estadounidense Hillary Clinton parecía “una enfermera sádica en un hospital psiquiátrico”.
También se burló de la ascendencia “medio keniana” del Barack Obama, habló de las “sonrisas de sandía” de los africanos, y dos días antes de sumarse a la campaña por el Brexit escribió un artículo jamás publicado en el que defendía la permanencia del Reino Unido en el bloque.
ESCÁNDALOS Y MÁS ESCÁNDALOS
No hay dudas de que el “partygate”, como bautizó la prensa británica las revelaciones de que en el despacho del primer ministro en la calle Downing se celebraron más de una docena de fiestas mientras el país estaba bajo un confinamiento estricto por la pandemia, fue el principio del fin de Johnson.
Primero alegó que esa información era falsa, luego, cuando salieron a relucir varias fotografías en las que aparecía él mismo, vaso en mano al lado de una mesa llena de botellas vacías, el gobernante dijo que pensó que se trataba de reuniones de trabajo, y por último, tras ser multado por infringir las reglas antiCovid-19, pidió disculpas por el mal ejemplo dado a los británicos.
Pese a ello, la idea de renunciar jamás le pasó por la cabeza, ni siquiera cuando un grupo de diputados conservadores cansados de sus desmanes, lo sometieron a un voto de confianza dentro de la bancada que finalmente logró superar por estrecho margen.
Johnson, que en noviembre pasado se metió en problemas por defender a un diputado acusado de infringir las leyes del cabildeo, intentó echar tierra al “partygate” con la guerra en Ucrania, país al que visitó en dos ocasiones y envió ayuda militar para enfrentar a las tropas rusas. En el plano doméstico, sin embargo, la crisis del costo de la vida, la pérdida de dos escaños parlamentarios en sendas elecciones locales y su manejo del caso de un miembro prominente de la bancada conservadora involucrado en un escándalo sexual, a la larga le pasaron factura al controvertido gobernante.
Pese a la pérdida del apoyo del gabinete y de la directiva del partido, Johnson pretende permanecer como primer ministro interino hasta la elección de su reemplazo, un proceso que podría extenderse hasta septiembre.
¿ELECCIONES GENERALES ANTICIPADAS?
La posibilidad de que el dimitente Johnson siga al frente del gobierno por varias semanas más tiene en ascuas a la oposición, y a no pocos conservadores que desean verlo abandonar cuanto antes el número 10 de la calle Downing.
Para el líder del Partido Laborista, Keir Starmer, ya anunció que presentará una moción de censura en la Cámara de los Comunes, y propondrá que se adelanten las elecciones generales previstas para 2024.
No tiene sentido que un primer ministro sea obligado a abandonar el cargo por sus propios ministros, y que estos ministros quieran seguir trabajando a sus órdenes durante dos meses, afirmó.
Es muy poco probable, sin embargo, que por mucho que detesten a Johnson, los conservadores se arriesguen a perder el poder que detentan desde hace más de una década, por lo que ahora se limitarán a escoger un sustituto que los ayude a recuperar el apoyo del electorado, de cara a los comicios de 2024.
Para el exlíder laborista Jeremy Corbyn, quien se sienta entre los diputados independientes desde que fue apartado de la bancada por Starmer el año pasado, la llegada de otro gobernante conservador no solucionará los problemas acuciantes que enfrentan los británicos.
Johnson es el tercer primer ministro que se cae en los últimos seis años porque no hay una solución a la profunda crisis económica y ambiental que nos saquea el bolsillo y nos roba el futuro, afirmó Corbyn al comentar en Twitter la renuncia de Johnson.
Según el veterano político que representa el ala más progresista del laborismo, un verdadero cambio no vendrá con otro primer ministro conservador, sino con una nueva política que redistribuya la riqueza y el poder.
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