De acuerdo con datos preliminares divulgados por la BBC, en Emley Moor, un poblado del condado inglés de West Yorkshire, se registró anoche una temperatura de 25,9 grados centígrados, que, de ser homologada por la Oficina de Meteorología, se convertiría en un nuevo récord nocturno.
El Reino Unido, pero sobre todo el sur de Inglaterra, comenzó a sufrir desde ayer lunes una ola de calor sin precedente, que obligó a las autoridades a decretar la alerta roja, máxima en una escala de cuatro.
Según los pronósticos, los termómetros podrían marcar hasta 40 grados en horas de la tarde de este martes en algunas zonas, mientras que a las 09:00, hora local (08:00 GMT), se registraron 32,2 grados en las inmediaciones del aeropuerto internacional de Heathrow, en el oeste de Londres.
La temperatura máxima histórica del país es de 38,7 grados centígrados, y fue registrada en Cambridge en julio de 2019.
Aunque esas temperaturas son consideradas normales en otros países, en el caso del Reino Unido, además del peligro para la vida de las personas y animales, provocan interrupciones en el servicio de transporte porque la infraestructura del país no está preparada para soportarlas.
La mayor parte de nuestra infraestructura no está construida para ese tipo de temperaturas, admitió este martes el ministro de Transporte, Grant Shapps, quien señaló, no obstante, que la adaptación tomaría décadas y grandes cantidades de dinero.
La ola de calor obligó a las compañías ferroviarias a cancelar y demorar las salidas de los trenes, en previsión de accidentes por la dilatación de los rieles.
El aeropuerto de Luton, en el norte de Londres, debió cancelar varios vuelos la víspera para reparar los desperfectos causados por las altas temperaturas en una de sus pistas de aterrizaje.
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