La última vez que la nave con bandera de Sierra Leona emitió una señal de localización fue a las 05:36 horas del 12 de agosto, cuando estaba cerca de la costa oriental de Chipre, según los datos del Marine Traffic, servicio que rastrea la ubicación de barcos en tiempo real.
Mientras, desde la embajada de Ucrania en el Líbano, país a donde inicialmente se dirigía el Razoni, confirmaron el 14 de agosto a la agencia británica Reuters que no tienen información sobre la ubicación, ni acerca del destino de la carga de 26 mil toneladas de maíz, la cual había sido revendida varias veces.
«Nuestra tarea fue reabrir los puertos marítimos para la carga de granos y esto se ha hecho. Nosotros no somos responsables por el barco y la carga, especialmente después que abandonó Ucrania», enfatizó la representación diplomática.
Sin embargo, el pasado domingo Reuters reportó que la nave se aproximaba al puerto de Tartus, al noroeste de Siria.
No obstante, el medio de prensa añadió que no está claro si la desactivación del rastreador de la embarcación está vinculada con el cambio de rumbo, ante las acusaciones de Kiev de que Damasco importó cereales considerados por las autoridades ucranianos como robados tras el inicio del operativo militar ruso.
El Razoni llegó a aguas turcas el 2 de agosto, tras zarpar del puerto ucraniano de Odesa un día antes.
En virtud del acuerdo que Rusia y Ucrania firmaron de forma separada con Naciones Unidas y Turquía, el barco se sometió a la inspección del Centro de Coordinación Conjunto creado para tal fin.
Tras cumplir con los protocolos establecidos continuó su ruta y debía haber llegado al puerto libanés de Trípoli el 6 de agosto. Sin embargo, el comprador de la carga rechazó el envío por retrasos en la entrega.
Anteriormente, la cancillería rusa cuestionó que los barcos de granos de Ucrania, insertados en el pacto alimentario de Estambul, no navegan a los países más necesitados.
Al respecto, el vicedirector del departamento de Información y Prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores, Iván Necháev, puso en duda la tesis de los países de Occidente de que “la seguridad alimentaria mundial depende del acuerdo de exportación segura de granos”.
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