El modus operandi es similar en todos los lugares donde se ha detectado esta práctica: un pinchazo a chicas en fiestas, discotecas, bares o restaurantes, sin consecuencias posteriores.
Las fuerzas de seguridad del Estado investigan las denuncias, algunas en proceso de formalización días después de la agresión, debido al temor y a la insistencia de las autoridades para que se acuda a la comisaría o al cuartel.
De momento, no hay indicios claros de quién puede estar detrás de esos delitos, ni su objetivo.
Es prácticamente imposible que detrás de un simple pinchazo se pueda introducir una sustancia la cual induzca a una sumisión química que anule la voluntad de la víctima.
Sin embargo, la inquietud ha crecido en la ciudadanía, especialmente de jóvenes y adolescentes femeninas.
Muchas veces no se dan cuenta de haber sido pinchadas hasta pasado un rato, cuando la sensación de pequeño dolor y una marca las pone en alerta.
oda/ft