De acuerdo con un reporte del diario La Jornada, el subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian Nichols, admitió que no encontraron vínculos entre los incidentes de salud descritos por diplomáticos en la capital cubana y los supuestos ataques de una potencia.
Por su parte, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), William Burns, también reconoció que su dependencia fue incapaz de hallar elementos extranjeros culpables de las presuntas agresiones y atribuyó los síntomas de los afectados a factores ambientales y de salud.
Sin embargo, la versión de los “ataques ultrasónicos” contra el personal diplomático y espías circuló entre miembros del Congreso y medios de comunicación y fue argumento para reducir la relación entre Estados Unidos y Cuba, señala el medio.
Bajo el mandato de Donald Trump (2017-2021), la embajada llevó su personal al mínimo en septiembre de 2017 con el argumento de las misteriosas “agresiones”, aun cuando Cuba desde el principio negó ataque alguno y mantuvo la voluntad de cooperar en las investigaciones.
Las pesquisas policiales terminaron sin explicar de manera concluyente los descritos mareos, visión borrosa, pérdida de memoria y dificultades para la concentración; mientras un informe desclasificado del Departamento de Estado norteamericano consideró después poco probable que los motivos fueran microondas o rayos de ultrasonido y sí, seguramente, grillos.
Como recuerda La Jornada, funcionarios admitieron que cada vez hay más escepticismo en torno a las teorías de que tuvo lugar una campaña contra miembros de la comunidad diplomática y de espionaje estadunidense.
John Cohen, secretario adjunto de inteligencia y analista del Departamento de Seguridad Nacional, dijo que tras analizar los hechos y reportes, “es muy difícil atribuir los síntomas a un ataque, pues nada está claro, ni apunta a un origen definitivo”.
De acuerdo con el reportero del portal Yahoo de noticias, Michael Isikoff, el escepticismo de ahora coincide con el momento en que la CIA y el Departamento de Estado alistan preparativos para pagar indemnizaciones por 189 mil dólares a cada uno de los supuestos afectados.
Si bien ni la ciencia ni informes oficiales probaron la teoría de los “ataques acústicos”, durante casi cinco años la embajada de Washington en La Habana suspendió el programa de reunificación familiar y el otorgamiento de visado, lo cual afectó a ciudadanos de ambos países.
Para el director general del Centro de Neurociencias de Cuba, Mitchel Valdés-Sosa, la denominación del “Síndrome de La Habana” es absurda, y quienes emplean el término buscan lograr una asociación negativa y hacer daño a las relaciones entre los dos países.
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